Cinismo del Ministro e indolencia presidencial

Por Rodolfo Valderrama

Insólita por decir lo menos, la reacción del ministro Holmes Trujillo, avalada por el presidente Duque frente al fallecimiento de nueve jóvenes en un  incendio del CAI de Soacha  el pasado 4 de septiembre, la gravedad del caso es evidente desde varios ángulos, primero porque va contra la doctrina constitucional sobre la responsabilidad oficial incondicional  cuando se mantienen personas en custodia, sin importar su naturaleza, se ignoraron las más elementales normas humanitarias; esto nos recuerda el genocidio del incendio del Almacén Vida en diciembre de 1958, caso en el cual por obstaculizar la evacuación hubo un centenar de víctimas la mayoría jóvenes vendedoras, esto concuerda con la posterior doctrina  Ñungo en época de Turbay, “preferible condenar a muchos inocentes y no adsorber a un culpable”, en este caso preferido sacrificar once jóvenes (nueve muertos y dos con graves quemaduras) y no dejar escapar un presidiario.

Sobre la responsabilidad oficial por acción y omisión no vale disculpa alguna como afirmar que mandos medios y bajos informaron sobre el insuceso; muy grave el silencio por más de dos meses, o  mejor el encubrimiento del hecho por parte del Ministerio de Defensa ya que era el indicado para el seguimiento e informes sobre la tragedia, pero se tenía un obstáculo, eran jóvenes humildes víctimas de la irracionalidad de nuestro sistema; solamente debido a testimonios de los familiares, pese a las amenazas, y pruebas logradas por un concejal de la Alianza Verde se difundió esta terrible irregularidad; más aún, después de tanto atropello oficial, el Ministro Holmes tiene el cinismo de manifestar que se trata de deslegitimar a la Policía defendiendo intereses politiqueros, a su vez el presidente afirma que son hechos menores frente a la gran labor de la Institución.

No se trata de repudiar este organismo, tampoco desconocer su importante función como factor clave en la convivencia de las regiones, pero si denunciar hechos  reprochables que realizan ciertos sectores y se constituyen en quienes verdaderamente  desacreditan la Policía, pero que a la gran mayoría del establecimiento les conviene que esto se corrija.  Si contextualizamos  este hecho con la caracterización del sistema político y social encontramos varias situaciones de mayor envergadura como el inhumano y perverso sistema carcelario por el hacinamiento y la tortura, o el genocidio sistemático de los líderes sociales, deducimos que el evento de Soacha es algo “normal”.  Teniendo en cuenta que el aumento de la delincuencia tiene como causa principal la exclusión social por el empobrecimiento y la falta de oportunidades, no debe sorprendernos que por el avance del desempleo ocasionado por la recesión económica, vamos a padecer niveles delincuenciales nunca vividos.

rodovaldi@hotmail.com

Fuente: La Nación

* Las opiniones expresadas en este artículo de opinión son del autor y no de SOACHA ILUSTRADA.