Acosados y asustados ante la inseguridad

Por Henry Barbosa Delgado

La ciudadanía de Soacha está totalmente aterrorizada ante la grave situación de inseguridad que se vive en la ciudad, todos los días se registra robos, asaltos y en lo peor de los casos asesinatos, muchos de los cuales quedan en la más completa impunidad.

El terror se vive y se palpa en el ambiente, los ciudadanos acosados y asustados ante tanta inseguridad caminan presurosos, mirando para todos lados, nadie está a salvo, los comercios cierran temprano y las calles después de la 8:00 de la noche están completamente desiertas. Todos al unísono concuerdan en decir que la situación “se salió de madre”.

En estos momentos es válido insistir hasta el cansancio que cada ciudadano corriente tiene que cuidarse al extremo ante la acción de la delincuencia, es decir “no dar papaya”, nadie está seguro, es triste reconocerlo, pero Soacha al igual que su mamá, Bogotá, están en una situación dramática de caos, violencia y lo peor de desesperanza.

La situación llegó a tal extremo, que Germán Vargas Lleras, el halcón de la derecha y del dequeísmo radical, reconoce que “da pánico salir de la casa, y aun quedarse en esta”.

En Soacha es común ver a sujetos en bicicleta patrullando las calles de los barrios hasta altas horas de la noche sin que las autoridades se pregunten a que se dedican y tomen medidas para contrarrestarlos. Similar caso pasa con los asaltantes en moto, quienes armados hasta “los dientes” vienen sembrando el terror y la muerte en la ciudadanía.

En el desgobierno del “papanatas” Iván Duque, desafortunadamente la Policía Nacional ha llegado al nivel más bajo de descredito de su historia, le sigue los pasos la Fiscalía, mediocre, inepta y corrompida, aunque no sobra insistir que también para disminuir la inseguridad hace falta que los encargados de la justicia castiguen a los delincuentes en forma eficiente y severa.

En verdad esta situación de inseguridad en las ciudades se ha incrementado notablemente por el incremento de la acción por parte de bandas de delincuentes colombianos ahora apoyados por sujetos venezolanos que las autoridades nacionales insisten en señalar como extranjeros.

El uribismo para congraciarse con el gobierno de Estados Unidos apoyó e impulsó el bloqueo comercial contra el régimen de Nicolás Maduro, ocasionando la crisis económica y social de Venezuela, condenando a la miseria y el hambre a millones de venezolanos. Más de tres millones de venezolanos cruzaron la frontera y hoy se aúpan en todo el territorio colombiano en algunos casos en condiciones de miseria y pobreza peor que la que tenían en su país.

El hambre y la desesperanza es el caldo de cultivo para que muchos jóvenes venezolanos sin futuro, salgan a las calles a atracar, fenómeno social que desde décadas sembró de sangre y muerte las calles de ciudades como Caracas. Con la llegada a Colombia de bandas y pandillas criminales venezolanas la situación ha llegado a situaciones insospechadas, donde la vida humana no vale nada, donde andar en bicicleta o llevar o no llevar un teléfono celular puede costarle la vida a cualquier ciudadano.       

Por ahora la situación de ciudades como Soacha es angustiante debido a los constantes robos que se presentan en las calles y en los establecimientos comerciales, para colmo, en los barrios subnormales, que son en su mayoría los barrios de Soacha, el microtráfico los viene convirtiendo en tierra de nadie. Las guerras por dominar el negocio hacen que las pobres gentes que por desgracia tienen que vivir allí vivan en permanente zozobra y miedo.  

Una frase de cajón recurrentemente utilizada reza que “el pueblo merece los dirigentes que tiene”, unos ineptos, mediocres y corruptos que ante esta grave situación solamente salen con babosadas, mientras de dientes para dentro recitan “Yo vine por lo mío”.

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