El trágico desplome de unos palcos de la plaza de toros en El Espinal puede marcar el final definitivo de las corridas y las «corralejas» en Colombia. “Ni tradición ni diversión, se trata de compasión”, dice experto.
“Una construcción arcaica para un festejo arcaico”, comenta un ciudadano en uno de los videos difundidos del derrumbe de uno de los palcos del improvisado circo taurino de la ciudad de El Espinal, de unos 60 mil habitantes, en el departamento del Tolima. El accidente habría dejado 6 muertos y alrededor de 200 lesionados.
Si bien la tragedia fue causada por posibles fallas en la construcción, la tragedia humana reaviva el debate sobre el sentido o sinrazón de las corridas de toros en Colombia y otros países de América Latina en los que aún se cultiva esta “tradición”. En las grandes ciudades, gracias al trabajo de los protectores de animales, el maltrato a los animales está cada vez menos aceptado.
Las urbes rechazan las corridas de toros, la provincia aún no
Además de Colombia, en América Latina hay eventos taurinos en México, Perú, Ecuador y Venezuela. A falta de oferta cultural y centros de deporte, muchos habitantes de las provincias y zonas rurales acuden a los eventos a los que también iban sus antepasados. “Aquí no se trata ni de tradición ni de diversión sino de compasión”, manifestó Peter Höffken, jefe de campañas de la asociación internacional para la protección animal PETA.
“Esta es una cuestión de ética, porque en una corrida de toros no hay nada que disfrutar”, enfatiza Höffken, especializado en la protección de animales usados para espectáculos, y agrega que todos los animalistas esperan que “toda persona compasiva siga optando por no asistir a esos eventos”.
En efecto, el presidente electo, Gustavo Petro, le solicitó a los alcaldes “suspender esta clase de espectáculos”, y recordó, que ya se había presentado un hecho similar en Sincelejo, norte del país. Iván Duque, por su parte, dijo que “pedirá que investiguen las causas del accidente”.
La lucha contra el maltrato animal y la prohibición de las corridas de toros han sido parte de la agenda de Gustavo Petro, quien ya en 2012, como alcalde de la capital colombiana, suspendió las actividades taurinas en la famosa plaza de Santamaría de la capital. Aunque la medida ha intentado ser revocada, las corridas siguen desde entonces paralizadas.
Además de las razones sanitarias de la pandemia, el Acuerdo 767 de 2020 apuntala aún el freno a las corridas de toros en Bogotá, explicó en 2021 Andrea Padilla, Concejal animalista de Bogotá.
Dicho acuerdo “prohíbe herir y matar toros en estos eventos, reduce las fechas anuales de ocho a tres y aumenta los impuestos a los eventos taurinos, lo que desincentiva” su celebración, agrega Padilla.
Peter Häffken alaba el avance del debate sobre el maltrato animal y reconoce que hay mucho por hacer: “Ya sea el perro en casa o el animal en el matadero o en el ruedo. Por desgracia, tenemos mucho trabajo por hacer. Pero reconozco una evolución positiva: hay cada vez más gente que rechaza el maltrato animal”.
El impacto que está generando la tragedia de El Espinal es mayor que cualquier accidente de este tipo antes en Colombia. Así mismo aumentan las voces que piden una prohibición ya no solo local sino nacional de las corridas de toros. Por lo que Peter Höffken de PETA, confía en que “este incidente haga reflexionar a la gente sobre el hecho de que el sufrimiento y el dolor son malos, tanto para los humanos como para los animales”.