Empezó la gran farsa nacional, la carrera por la presidencia de Colombia

Por Henry Barbosa

El próximo año se realizará en Colombia la elección del nuevo presidente de la República, y cada día la lista de aspirantes sigue creciendo, hoy hay candidatos y candidatas de todos los tamaños, olores, colores y sabores, como quien dice “que entre el diablo y escoja”.

Los grupos de poder, poder prestado o comprado obviamente, empiezan a posesionar a sus candidatos, para eso tienen el Estado y en esa podredumbre, los medios de comunicación nacionales, abyectos al régimen y ahítos con los recursos públicos que a manos llenas les llega diariamente en publicidad, se «deslenguan» para hablar maravillas de candidatos que en su mayoría, como es costumbre tienen procesos penales, por corrupción, asesinato y narcotráfico.

En estas circunstancias, no resulta nada fácil organizar la lista de posibles sucesores de Iván Duque en la Casa de Nariño, en ella figuran ex ministros, ex gobernadores, ex alcaldes y hasta congresistas en ejercicio. Hay -por supuesto- ex aspirantes presidenciales que creen que a la tercera, la cuarta o la quinta aspiración será la vencida, sin embargo, al revisar el nombre del partido político que los aúpa ya sabe uno “a dónde va el agua al molino” y que siniestras intenciones se traen.

 

La baraja de aspirantes presidenciales de la derecha, es decir del “uribismo”, deja mucho que desear, desde soplones de la mafia, sospechosos de compra de votos, expropiadores de tierras, sobornados de Odebrecht, exalcaldes negociantes, asesores del temido DAS y hasta economistas sin alma.

Por el lado de los del centro, es decir los llamados “tibios”, se encuentra una amalgama de candidatos, algunas destacadas figuras con trayectoria en la política nacional, cuyas hojas de vida son muy calificadas y cuentan con gran reconocimiento, otros por el contrario, son reconocidos pero sin votos, burócratas con apellido, y los más grave, mandaderos para estorbar y frustrar cualquier posibilidad de cambio del establecimiento.

Desde la otra orilla ideológica aparece el Pacto Histórico, opción política democrática que pretende por fin ponerle orden al desbarajuste nacional, varios candidatos tienen en común que son aguerridos, combativos y frenteros, pero eso no es suficiente, el reto es grande, para salvar a Colombia primero se tiene que convencer una masa electoralmente analfabeta y segundo derrotar electoralmente a la mafia que se ha tomado todas las instituciones.

Por cuenta de las encuestas prefabricadas, de los medios de comunicación hegemónicos y de la polarización política nacional, ha hecho carrera la percepción de que en Colombia no hay opción distinta a la de Gustavo Petro por la izquierda, Sergio Fajardo por el centro y “el que diga Uribe” por la derecha.

A un año de las elecciones presidenciales falta por ver como se alinean los de siempre, los candidatos al Congreso de la República, protagonistas y culpables en gran parte de la tragedia nacional. Corruptos y mediocres en su mayoría, saldrán a vender paraísos inexistentes y hablar de lo “políticamente correcto”, mientras el rancho sigue ardiendo.

Gustavo Petro ganará limpiamente las elecciones, pero las perderá oficialmente. Los gremios, los políticos, los medios de comunicación y la mafia, desde ya se alistan para entronizar en la Casa de Nariño al “pelele” que les garantice impunidad y el erario a su disposición.

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