Más difícil de entender, imposible

Por Henry Barbosa

Completamos varias semanas de confinamiento voluntario y los ciudadanos de Soacha le siguen haciendo el quite a las medidas como el “toque de queda”, “pico y placa”pico y género” y “pico y cédula”, medidas que apuntan a salvar vidas. Más difícil de entender, imposible.

En Soacha, hay que reconocer que el alcalde Juan Carlos Saldarriaga ha hecho hasta lo imposible, ha implementado todas las medidas necesarias, algunas impopulares, otras innecesarias, pero todas al fin y al cabo buscando preservar la salud de los habitantes de la ciudad.

En Soacha, el coronavirus no da tregua. Las autoridades, entre ellas la Policía no dan abasto para hacer cumplir el “toque de queda” y los “pico y cédula” y los «pico y género”, decretados en la ciudad como parte de la estrategia para controlar la proliferación del contagio de coronavirus, que sigue sumando nuevos casos en todo el municipio, pero hecha la ley, hecha la trampa, y los ciudadanos le siguen haciendo el quite a estas medidas que apuntan a salvar vidas. Más difícil de entender, imposible.

Cuidado, que nadie se equivoque. No se pretende cuestionar la situación límite de los habitantes del municipio, de los comerciantes o de los vendedores informales, cuyos pregones y llamadas de auxilio se escuchan a diario en las calles de la ciudad, todos ya son víctimas de la crisis ocasionada por la pandemia.

Tremenda resulta la lucha diaria por la supervivencia de los trabajadores informales, que no están contemplados en ninguna excepción de los decretos del subpresidente Duque, que las élites de banqueros, gremios, inversionistas y constructores, intentan “camuflar” a su favor para satisfacer sus intereses.

Los protagonistas del rebusque que sí o sí deben salir a diario, a pleno sol o en medio del más torrencial aguacero, desafían el virus porque no tienen más elección. Sus opciones, en esta crisis que los abate, son tan reducidas como los niveles de responsabilidad social y compromiso ciudadano de quienes pudiendo tener un comportamiento ejemplar, o al menos consecuente con el momento, renuncian a hacerlo. Más difícil de entender, imposible.

En plena emergencia sanitaria, decenas de personas desfilan por las calles como si nada, en la más completa irresponsabilidad, insolidaridad y descaro. Andenes congestionados, comercio, bancos y tiendas congestionadas, gente comprando sin guardar la mínima distancia, actividades deportivas y sociales por doquier, como si no estuviera pasando nada y fuera imprescindible, casi vital, celebrar o reunirse. Gente estúpida que considera una hazaña, en tiempos de la peor emergencia sanitaria de la historia reciente, estos asaltos al sentido común que terminan viralizándose en redes sociales y sus protagonistas vanagloriándose de su efímero momento.

En una ciudad donde el sistema de salud está cada vez más colapsado, la incoherencia es tan o más veloz que la tasa de contagio del virus, que sigue cobrando lentamente la vida de personas de todas las condiciones socioeconómicas. La gente se acostumbró a ver cada contagio y cada muerte como un número, los medios de comunicación recitan las cifras a diario como estadísticas incoloras, somníferas y absolutamente nadie piensa en las gentes rotas de dolor, angustia y desconsuelo por la muerte de sus familiares.

¿Cuál es la ciudad que queremos que prevalezca? La de la irresponsabilidad individual y colectiva que se rebela contra toda lógica de autocuidado en esta emergencia sanitaria, la que se ensaña con él a mí que me importa, aun a costa de su propia seguridad, o la de una comunidad resiliente, sensata y consciente que es capaz de cambiar el devenir de este inmenso desafío que está poniendo a prueba a todos por igual. Más difícil de entender, imposible.

En la repartición de culpas que cada persona asuma las que le tocan. Basta ya de tantas mentiras, engaños y cadenas hipócritas e infames en las redes sociales. Tirar la piedra y esconder la mano, la estrategia de los cobardes.

La Administración municipal a pesar de las medidas está en deuda. ¿Miedo o compromiso político para no rescatar el espacio público? ¿Miedo o compromiso para no tocar las empresas obsoletas de transporte público, posibles culpables de la proliferación del virus? Dejar de convertirse en parte del problema y más bien comprometerse con las soluciones reales y prácticas. Menos decisiones erráticas, menos vitrina en los medios amigos y en las redes sociales, más compromiso y verdad. Las actitudes responsables y coherentes son las que cuentan.

La confusión está a la orden del día y el virus sigue ganándole terreno a la cordura y generando más incertidumbre, frustración y miedo entre los ciudadanos. Hay muchos que hasta aplauden y celebran el caos, pero ¿De qué lado cree que va a estar Usted o sus familiares cuando la crisis pase? ¿Entre los vivos o entre los muertos?

henrybarbosa@outlook.com

Junio 17 de 2020