Por Ángel Humberto Tarquino**
Pareciera ser esa la disyuntiva que el congreso de Colombia, los conglomerados económicos, los gremios de la producción, los medios prepagos, la corrupción, el narcotráfico y una clase política inepta cada vez más de espaldas a la realidad nacional, encaminarán al pueblo colombiano en el próximo futuro.
Con el pasar de los días, los diferentes caminos democráticos a las justas demandas del pueblo colombiano se vienen cerrando por obra y gracia de unas élites económicas que se resisten a disminuir su ambiciosa voracidad de ganancia y enriquecimiento gracias a la servil postración de una clase política lacaya a su servicio que, dicho sea de paso, se apresta a mantenerse próximamente en el poder con su patrocinio para seguir perpetuando la pobreza y la miseria en la que viven desde hace décadas la mayoría de los colombianos.
No les ha bastado ya a las elites económicas haber desmontado y privatizado durante los últimos 30 años las más importantes y estratégicas empresas económicas del Estado ni limitar su capacidad de intervención y regulación, ni tampoco haber continuado su política de empobrecimiento y pauperización de las condiciones laborales de los trabajadores industriales, mientras despojan y acrecientan la concentración en menos manos la propiedad de la tierra fértil, desolando el campo con la violencia paramilitar, el narcotráfico y el crimen organizado.
No obstante, el presidente Petro haber insistido reiteradamente tanto en campaña como en su ejercicio de gobierno en su propuesta de acuerdo nacional al convocar la participación de los sectores políticos de oposición en el gobierno, buscaba no solo la gobernabilidad necesaria para su gestión, sino que además buscaba el reconocimiento de la población a esos sectores políticos para que pudieran honrar y cumplir sus compromisos con los ciudadanos que los eligieron.
La respuesta que encontró el presidente a su generosa y democrática propuesta de participación, ha sido el desprecio desde el inicio de su mandato por sus opositores, en una alianza criminal ejecutando las más despreciables estrategias de descrédito a cada una de las decisiones del gobierno para descalificarlo y deslegitimarlo, recurriendo a la calumnia, a la injuria, a la invención y maximización de escándalos (sin desconocer que han ocurrido algunos que la prensa al unísono ha difundido hasta el hastío).
Sería interminable citar todos los actos, declaraciones, encuentros, foros, entrevistas y cientos de artículos de los medios prepago y los cientos de millones de pesos de los colombianos empleados por la oposición de la derecha y la extrema derecha para financiar esas campañas de desprestigio que finalmente han terminado desvirtuadas, desmentidas y descubiertas como verdaderos complots de desestabilización y deslegitimación de una gestión de gobierno que solo quiere mejorar sustancialmente el bienestar de la población, el desarrollo y el crecimiento económico del país cuya responsabilidad paradójicamente le corresponde al congreso mediante las reformas que debía debatir y aprobar.
**Ángel Humberto Tarquino (Soacha, 1960), sociólogo, docente, escritor, historiador, periodista y columnista de SOACHA ILUSTRADA.