Apuntes sobre la movilización nacional universitaria.
Cada tiempo, así como tiene sus reivindicaciones propias, también tiene formas de expresar la indignación social. La radicalidad no la define el uso o desuso de ciertos repertorios ni apelar a particulares ejercicios de acción colectiva. Convertir un instrumento en fetiche es hacer del medio el fin en sí mismo.
La radicalidad la definen los propósitos de la lucha colectiva; la disputa entre las visiones de educación en juego; la habilidad para ganar las calles como espacio propio de la democracia; la capacidad de sumar nuevos actores; la evaluación crítica de los fenómenos históricos predecesores – la MANE, por ejemplo; los niveles de organización y politización de los que se dejan la piel en la agenda de movilización; la unidad de los sectores organizados y que llevan la conducción en la negociación con el gobierno; entre otros aspectos.
Aquí la radicalidad no puede ser el repertorio per se. Es, ante todo, la capacidad de llevar el pliego al profundo de la conciencia y al corazón de la sociedad para que se vuelva un propósito, ya no del sector de la educación pública, sino de la nación colombiana. Es a eso último que se le llama la disputa del sentido común. Una disputa que exige radicalidad.
Que la discusión no sea sobre los usos o desusos de los repertorios o determinadas acciones colectivas, sino de los niveles de radicalidad del movimiento estudiantil. Radicalidad no entendida como maximalismo en los puntos de negociación, sino como -insisto- la habilidad de ganar la opinión favorable de la sociedad colombiana para que esta se convierta en fuerza política.
En otros términos, ser capaces de lograr que la gente que no tiene ningún vínculo con el movimiento estudiantil sienta como una necesidad social el hecho de mejorar la educación pública del país.
En conclusión, convertir las mayorías sociales que desean pasivamente y en abstracto la mejora de la educación del país en MAYORÍAS POLÍTICAS que serían capaces de sumarse activamente a la lucha por una educación pública, popular y de excelencia. Ahí la radicalidad, y que sobre ella se desprenda el tipo de táctica, los símbolos y los repertorios de acción colectiva.
¡Por un movimiento estudiantil más radical y con menos fetiches que le entregue una victoria al pueblo colombiano: la aprobación del pliego!
Octubre 22 de 2018