Por Ricardo Usaquén. Especial para Soacha Ilustrada.
Todo el país se ha convulsionado por la presencia de miles de migrantes venezolanos que diariamente ingresan por la frontera. Ya son miles las personas que como fantasmas deambulan sin rumbo fijo y en el total desamparo por las carreteras, pueblos y ciudades de nuestro ya trastornado país.
Muchos de ellos tienen la esperanza de lograr su paso a Perú o Chile, pero con seguridad, un buen porcentaje de ellos, se quedarán en Colombia, por las dificultades para cumplir con su propósito de traspasar la frontera sur, Brasil cerró su frontera y el Gobierno peruano empezó desde hace varios días a pedir pasaporte a los hermanos venezolanos para ingresar a su territorio.
Hay lágrimas de madres que van con sus hijos en brazos y que se aventuraron a buscar una nueva forma de vida, diferente a lo que sucede en Venezuela, bajo el régimen de Maduro, que parece que no comprende el dolor de su gente y no se inmuta con los gestos de rabia de miles de sus compatriotas que a la mínima oportunidad quieren abandonar la pobreza, el desorden, la violencia y las graves necesidades que se evidencia del otrora rico país de América Latina.
El Gobierno norteamericano y los políticos uribistas de Colombia son en parte culpables de la tragedia que viven millones de personas venezolanas. Con una estrategia demoniaca para sacar el régimen de Maduro del poder han llevado a Venezuela a la ruina. El embargo económico y el cerco diplomático, similar al que ha sufrido el pueblo cubano por largos años, han llevado a Venezuela a la bancarrota.
Se suma esto a una campaña publicitaría que invita a los venezolanos a abandonar su país, sin tener en cuenta el dolor, el sufrimiento y la muerte que esta campaña irresponsable ocasiona. Hoy el Gobierno uribista sale ante el mundo con lágrimas de cocodrilo a reclamar ayuda para paliar en parte la grave situación de los migrantes venezolanos.
El mundo observa con asombro las acciones y declaraciones guerreristas de los ultraderechistas Luis Almagro de la OEA, del corrupto Alejandro Ordoñez y del saltimbanqui canciller Carlos Holmes Trujillo, que sin pensar en la tragedia de los venezolanos salen a pedir más medidas y más embargos, mientras hace agua su autoproclamado presidente Juan Guaidó.
Hay un dolor terrible, pero no hay compasión. ¿Hasta cuándo?
Junio 19 de 2019