Los hechos de violencia que se generaron en días pasados al interior de la Universidad de Cundinamarca, en donde miembros de la Policía Nacional ingresaron a las instalaciones sin permiso de sus directivas para reestablecer el orden alterado por la presencia de encapuchados, pero provocando mucho más desorden del que ya había, no pueden volverse a presentar.
Las escenas que muestran los videos, en donde se evidencia la agresividad con la que se golpea de manera indiscriminada a cuanto joven estudiante se encuentra en el paso de los policías, son contundentes y dejan la percepción de que los agentes de la institución a la hora de imponer el orden lo hacen pensando con el bolillo, mucho más que con la razón.
Estos entraron arrojando gases lacrimógenos, repartiendo golpes a todo el que se encontraba cerca. Vale la pena preguntarse, entonces, en casos como estos, ¿para que un agente del Estado imponga el orden es necesario que lo haga demostrando que puede ser más salvaje que quien se supone lo está alterando? ¿Puede la policía actuar de esta manera incluso al interior de un centro de formación académica sin ser invitada a seguir? ¿Tiene licencia para agredir y atentar contra la integridad física de las personas sin saber siquiera quiénes son?
La percepción que queda en la mente de los colombianos que vimos las imágenes por redes sociales y en noticias es la de uniformados que, abusando de la facultad que les otorga el ser miembros de la Policía Nacional, actuaron de manera salvaje, sin importarles que de esta forma podían incluso atentar contra la vida de alguno de los allí presentes.
Esta no es la policía que queremos los colombianos, ni mucho menos a la que le queremos estar confiando la seguridad e integridad de nuestros hijos. Por tanto, espero que las investigaciones que se supone se abrieron para determinar el abuso de los agentes presentes en la revuelta arrojen prontos resultados y la institución se comprometa a que estos hechos no volverán a repetirse.
Desde la Dirección Nacional de la Policía se ha trabajado para que la imagen que tenemos los colombianos de esta institución mejore, y estos hechos no ayudan en nada; por el contrario, la destruyen cada vez que se incurre en el error de creer que portar el uniforme otorga una licencia para hacer y deshacer, porque hoy día la población no traga entero y, como ha sucedido en ocasiones anteriores, cuando se ha llenado la copa, han terminado agrediendo a los mismos agentes.
Para que la comunidad colabore con la Policía Nacional, como es el deseo de las autoridades locales y nacionales, para que así mejoren las cifras de seguridad ciudadana, los miembros de esta institución deben respetar la integridad de las personas y no abusar de la fuerza, ni de sus facultades como agentes del Estado, porque de lo contrario lo que se va a generar es un odio y resentimiento en la población que en cualquier momento puede estallar y generar situaciones caóticas.
Las vergonzosas escenas transmitidas en noticieros de televisión y a través de videos en redes sociales, en donde se observaba a uniformados golpeando a los estudiantes de la Universidad de Cundinamarca, no pueden volverse a repetir en ningún lugar del país.
Fuente: El Espectador
Septiembre 23 de 2019