El ignorante culto al himen y la falsedad de las pruebas de virginidad

El rapero y empresario T.I. desató una tormenta mediática esta semana cuando sus declaraciones de que acompañaba a su hija de 18 años una revisión de himen en el ginecólogo se propagaron como pólvora por las redes sociales.

La mayoría de los comentaristas expresaron su horror y disgusto ante esa postura en pleno siglo XXI, pero la realidad es que T.I. no está solo en su ignorante culto a una diminuta membrana.

Numerosos centros de cirugía estética de Estados Unidos ofrecen el procedimiento de reconstruir el himen, llamado himenoplastia. (Getty Creative)

A pesar de que los médicos han denunciado que la llamada prueba de la virginidad no es ética, en la mayoría de países no existe una legislación federal o estatal que lo prohíba, en Estados Unidos el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) por ejemplo, no ha emitido ninguna guía oficial con referencia a la práctica. La prueba consiste en insertar dos dedos en la vagina de la mujer para determinar si el himen está intacto, por lo cual se le conoce como la “prueba de los dos dedos”.

Según una encuesta realizada en 2016 a 288 ginecólogos y obstetras estadounidenses, el 10% dijo que un padre o familiar les había pedido que realizara la prueba a una paciente, y el 34% admitió que la habían realizado ellos mismos. Muchos médicos entrevistados por la revista Marie Claire sobre el tema contaron además que habían mentido a los padres sobre los resultados, por temor a poner en peligro a la paciente.

Otras muestras del culto al himen son más evidentes: numerosos centros de cirugía estética de Estados Unidos ofrecen el procedimiento de reconstruir el himen, llamado himenoplastia. En Miami, meca de las cirugías, puede costar cerca de 3500 dólares, según revela una rápida revisión de sitios que la ofrecen, como Jolie Plastic Surgery y Elite Vaginal Rejuvenation, por solo citar algunos.

Aunque no hay cifras disponibles de la cantidad de mujeres que se someten al procedimiento en EEUU, sí las hay de un país culturalmente similar: en el Reino Unido, 109 entraron al quirófano por ese motivo entre 2007 y 2017, de acuerdo con cifras del Sistema Nacional de Salud (NHS).

¿Un indicador de virginidad?

Fue el belga Andreas Vesalius (1514-1564), fundador de la anatomía moderna, el primero en identificar la membrana y vincularla a la virginidad sexual, a su vez considerada por la sociedad patriarcal como símbolo de pureza femenina.

El himen es “una colección de células sobrantes que generalmente ocluye parcialmente la abertura vaginal”, explicó en un Twitter la ginecóloga y columnista del diario The New York Times, Jennifer Gunter, quien también contó que muchos mamíferos -perros, gatos, camellos, elefantes, etc- lo tienen.

El himen es como los “dientes de leche”; es más rígido cuando nacen las niñas y proporciona una mayor protección durante los primeros 3 años para mantener la orina y las heces fuera de la vagina infantil, que carece de estrógenos, por lo que es muy sensible a los irritantes, agregó en sus comentarios tras las declaraciones del rapero T.I.

Posteriormente, la membrana es más flexible y puede adoptar diversas formas porque “a la evolución ya no le importa”, explicó.

El himen no es un indicador de virginidad, el 50% de los adolescentes sexualmente activos no tienen un himen rasgado. El himen es a menudo muy flexible”, afirmó. Y además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que algunas mujeres incluso pueden nacer sin himen.

Una práctica humillante

Aunque el presunto valor de la virginidad ha ido difuminándose en las sociedades occidentales modernas gracias al avance social de las mujeres, aún persiste en numerosas naciones.

En Indonesia, por ejemplo, la prueba de la virginidad todavía se usa para determinar la idoneidad de las candidatas a varias fuerzas de la ley y el orden. Y en Afganistán, donde el sexo prematrimonial es un delito, hasta 2018 la ley establecía que las mujeres y las niñas podían ser encarceladas hasta por tres meses por no aprobar las pruebas de virginidad.

En numerosas naciones -como la India- las mujeres jóvenes que han “desaprobado” las pruebas de virginidad se han quitado la vida o fueron asesinadas por sus propios familiares por “mancillar el honor” de su familia.

Por ese motivo, en 2018, las Naciones Unidas y la OMS emitieron una declaración en la que se llamaba a poner fin a las pruebas de virginidad en todo el mundo, por tratarse de «una violación de los derechos humanos de niñas y mujeres, y puede ser perjudicial para el bienestar físico, psicológico y social de las mujeres y las niñas”.

Lamentablemente, si incluso en sociedades desarrolladas como la estadounidense no existen regulaciones que prohíban estos exámenes, no es descabellado temer un regreso masivo a prácticas tan retrógradas y humillantes como la que T.I ha sometido a su hija.

Octubre 9 de 2019