El sangriento negocio de armas de Sig Sauer en Colombia

El fabricante de armas Sig Sauer cerró su planta alemana. La fiscalía de Kiel está investigando a la empresa, que también congeló sus cuentas comerciales. El rastro sangriento lleva a Colombia y tiene tradición.

Pablo Escobar murió el 2 de diciembre de 1993. Justo al lado de su cadáver reposa su arma Sig Sauer 9mm, con la que había matado a docenas de personas.

 Pablo Escobar, el otrora criminal más buscado del mundo debía ser extremadamente cuidadoso. Pero para poder celebrar su cumpleaños número 44 hizo todo lo contrario. Llamó a su esposa y a sus dos hijos desde un teléfono muy cerca de su escondite en Medellín. Exactamente seis veces realizó llamadas a su familia –finalmente los extrañaba– de la que estuvo separado durante semanas por razones de seguridad. Pero el comando de búsqueda de la Policía, que apenas creyó en su suerte, interceptó esas llamadas.

Un día después, las fuerzas especiales irrumpieron en la casa del barrio Los Olivos y dispararon primero a su guardaespaldas. El narcotraficante, que en ese momento controlaba el 90 por ciento del comercio mundial de cocaína, apenas logró agarrar su pistola favorita y huyó hacia el techo de la vivienda. Allí disparó con su arma, que lo acompañó durante años, a sus perseguidores. Pero estos eran muchos más: algunas balas alcanzaron a Escobar, quien cayó muerto en el tejado rojo.

Pistola Sig Sauer P226, calibre 9 mm Para con munición

La prohibición de exportar a otros países

Quizás sea necesario conocer esta historia para entender la fascinación que las pistolas de Sig Sauer todavía generan en la actualidad sobre los fanáticos de armas en Colombia. Algunas compañías sin escrúpulos utilizan esta atracción descaradamente para sus negocios. Y eluden así, ingeniosamente, la prohibición para exportar armas pequeñas a los llamados terceros países, que el Gobierno alemán estableció hace un año.

2019 fue un año fantástico para los fabricantes alemanes de armas pequeñas. Metralletas y pistolas por casi 70 millones de euros se vendieron en el extranjero, lo que supone un aumento del 79 por ciento con respecto al año anterior. Los destinos principales fueron Noruega, Gran Bretaña y Lituania, pero también Estados Unidos.

Pero fue muy torpe que compañías como Sig Sauer sigan vendiendo armas a Estados Unidos, sin permiso, como supuestamente sucedió en los últimos años. Y que luego estas armas con la marca «Hecho en Alemania» aparezcan en países como Nicaragua, México o Colombia, donde mutilan o matan a cientos de personas.

Para Ralf Willinger de la organización benéfica para niños «Terre des hommes» esto es una farsa, el destino final de las armas alemanas no se verifica: «Soldados del Ejército colombiano han utilizado pistolas Sig Sauer para asesinar a jóvenes inocentes, incluidos menores, y los presentan como guerrilleros muertos en acción. Las bandas criminales armadas y los paramilitares que reclutan menores los han obligado a usar armas Sig Sauer. Estas nunca debieron llegar a un país como Colombia«.

En Colombia, cuatro de cada cinco asesinatos se cometen con armas pequeñas. Willinger tiene la certeza de que los responsables de las empresas son conscientes de ello, pero al parecer continuaron suministrando armas ilegalmente a América Latina. «Esta despiadada política de negocios a cuestas de la población local debe ser detenida urgentemente«, exige Willinger.

Planta alemana de SIG Sauer en Eckernförde

Heckler & Koch y los asesinatos en México

El caso Sig Sauer recuerda fatalmente la historia más controvertida, hasta ahora, en Alemania en cuanto a la exportación ilegal de armas: la venta de 4.500 rifles de asalto G-36 a México por el fabricante alemán Heckler & Koch. Tras violar la Ley de Control de Armas de Guerra, la empresa de Baden-Württemberg fue multada con 3,7 millones de euros hace un año, y dos empleados fueron condenados a penas suspendidas. Sin embargo, el dinero no fue para las familias de las víctimas, sino para el Estado alemán.

«En septiembre de 2014, la Policía del estado sureño de Guerrero, uno de los focos de violencia en el país, secuestró a 43 estudiantes universitarios, mató a seis personas durante los enfrentamientos e hirió gravemente a otras 40. Está probado que las fuerzas de seguridad usaron rifles de asalto G36 de fabricación alemana», recuerda Carola Hausotter, de la Coordinadora Alemana de Derechos Humanos en México.

Los 43 estudiantes siguen desaparecidos, y no hay rastros de ellos hasta el día de hoy. Para Hausotter, una cosa está clara: «El Gobierno alemán era consciente de la precaria situación de los derechos humanos en México. Pero se llegó a una solución para hacer posible las exportaciones«.

Quizás los casos de Sig Sauer y Heckler & Koch no solo son similares, sino que, incluso, están directamente relacionados: muchos expertos suponen que Sig Sauer simplemente cayó en el vacío que dejó Heckler & Koch en América Latina.

¿Es la política alemana responsable?

¿Pero qué hay de la responsabilidad de la política alemana para asegurar que tales violaciones de los derechos humanos no vuelvan a ocurrir en el futuro? «Se trata de posibles violaciones de la Ley de Control de Armas de Guerra y la Ley de Comercio Exterior y Pagos. No se trata de una cuestión de política de exportación de armas«, dice Joachim Krause, politólogo y presidente de la Fundación para la Ciencia y la Democracia.

Además, Krause señala que en el caso Sig Sauer la responsabilidad sería de los fiscales y los tribunales. Mientras que Willinger y Hausotter piden que se intensifiquen y se sistematicen los controles de las exportaciones alemanas de armas pequeñas hasta que se prohíba su exportación, Krause pide también no olvidar los esfuerzos alemanes en este campo: «El Gobierno alemán es un líder internacional en los intentos de recoger y desechar armas pequeñas en regiones de conflicto«.

Fuente: Deutsche Welle

Junio 20 de 2020