Un total de 170 familias campesinas de la Asociación Colombiana de Productores de Aguacate (ACOPAGRO) tienen hoy 152 hectáreas de oro verde en proceso de producción de aguacate Hass y 18 hectáreas de limón Tahití; capacitados en Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), con un pacto de conservación ambiental y producción alternativa mientras se desarrolla el cultivo, con la perspectiva de un acuerdo comercial con una firma exportadora.
Todos esos logros son resultado de la participación activa de los afiliados en el Proyecto Integral de Desarrollo Agropecuario y Rural (PIDAR) 632, liderado por la Agencia de Desarrollo Rural (ADR), con la cooperación técnica de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El PIDAR es, según la ADR, una iniciativa productiva que contempla actividades limitadas en el tiempo, que utiliza parcialmente recursos públicos con el fin de crear, ampliar, mejorar o recuperar la capacidad de producción o de provisión de bienes o servicios por parte del Estado en el sector rural. La alianza ADR – FAO apoya la implementación de esos proyectos a través de procesos de formación técnica, socio empresariales y de corresponsabilidad con el medio ambiente; y con la entrega de insumos o bienes de acuerdo con las características del proyecto.
Los resultados de la intervención han sido dados a conocer en reuniones en cada uno de los municipios participantes, que contaron con la participación de Yadi Liliana Bautista en representación de la ADR; Alejandra Muñoz de FAO y Juan Arias de ACOPAGRO.
La intervención de este PIDAR se llevó a cabo en Topaipí, Pacho, San Antonio de Tequendama, Cabrera, Choachí, Gama, Gachalá, Gachetá, Pandi, Pasca, Fosca, Fusagasugá y El Colegio.
La implementación comenzó con un diagnóstico de las condiciones agroecológicas el cual permitió establecer que había 152 hectáreas para sembrar aguacate y 18 hectáreas donde tiene más posibilidades cultivar limón Tahití. Ambos productos con perfil de exportación.
Para el caso del aguacate Hass, la profesional Alejandra Muñoz explicó que el acompañamiento técnico incluyó el establecimiento de un sistema de riego, cultivos tecnificados y la recuperación de los suelos, lo que llevó a que se capacitaran en BPA, con lo que se les facilita llegar a obtener la certificación y, hacia el futuro, realizar acuerdos comerciales.
Vale la pena destacar que el sistema de riego fue concebido para suministrar la oferta hídrica necesaria para el desarrollo del cultivo. En efecto, el aguacate Hass requiere de un sistema de riego permanente. Por esa razón, las familias tuvieron que, como medida de adaptación al cambio climático, hacer una siembra de 30 árboles nativos que aportan a la recuperación de las fuentes hídricas.
El aguacate requiere entre dos y tres años para la cosecha, por eso se les entregó a los productores semillas de frijol o maíz para el autoconsumo, al tiempo que dichos cultivos contribuyen a enriquecer los nutrientes del suelo.
“A mi me gustó todo. Lo mejor fue aprender cómo cuidar las matas, y cómo aplicar los abonos y los fertilizantes. Lo que no sabía es que cada uno -fertilizante- tiene su tiempo y su dosis, antes yo no diferenciaba”, dijo Jesús María Gutiérrez, productor de Fosca, Cundinamarca.
De la misma opinión es Miriam Rivera, de Fusagasugá: “Asistí a todos los talleres de formación. Lo que más me llamó la atención fue la forma de sembrar el aguacate. Pero también nos enseñaron sobre la asociación y la comercialización”.
En efecto, la totalidad de los productores mejoraron sus capacidades en BPA, fortalecimiento socio empresarial, comercialización y manejo financiero y administrativo de sus unidades productivas. Las tres líneas de intervención estuvieron acompañadas de acciones complementarias como el fortalecimiento del trabajo en equipo, reconocimiento del rol principal de la asociación en la gestión y mercadeo del producto.
Cada productor recibió material vegetal para siembra, el sistema de riego, fertilizantes, abonos y semillas de frijol y maíz.
En Topaipí están los 18 del limón Tahití
Y mientras tanto, el limón se abre camino en Topaipí. Fue una decisión agroecológica que Topaipí fuera elegido para cultivar limón y no aguacate Hass, como se había contemplado inicialmente. Los especialistas de FAO realizaron un análisis de las condiciones agroecológicas que les arrojó que ese no era terreno propicio para el aguacate pero sí para el limón Tahití, que tiene también amplias posibilidades de comercialización.
En los talleres “nos explican desde el campo, no desde un tablero”, dice Jaqueline Corredor una de las productoras que ha venido participando en las capacitaciones “ya sembramos y sabemos que la mata no puede pasar de los 40 centímetros, en ese momento hay que hacer poda”, dice muy segura la señora Jaqueline.
Ella confía en que el proyecto tenga salida para la venta. “Lo más difícil aquí es la comercialización, pero nos animamos con esta propuesta porque nos dijeron que nos van a apoyar con eso”. Esa es una esperanza, que si hay buena venta pueden superar los gastos que tiene en su finca como contratar jornaleros para la cosecha.
La señora Corredor recibió acompañamiento técnico para la producción de limón Tahití, pero también para fortalecer sus habilidades socio empresariales, lo que le permitirá tomar mejores decisiones con relación a su cultivo y la administración del mismo.
La mejor manera de aprender nuevas prácticas es viendo los resultados en otros espacios. El proyecto contempló ese tipo de visitas técnicas. “Nos llevaron a una capacitación en Pacho donde había un cultivo de limón. Nos explicaron de algunas enfermedades, de podas. Ahí uno sí se da cuenta cómo manejar el limón” dice Jaqueline.
Por ahora, ella quiere que se cumpla todo lo planeado en el proyecto del limón. Su sueño es “estar tranquila, tener solvencia económica y que podamos seguir en este pedacito de cielo”.