Saldarriaga, el maestro de San Roque

Por Ángel Humberto Tarquino

Durante el foro de educación organizado por la revista CAMBIO, EDUCACIÓN EN COLOMBIA, “RETOS Y TRASNFORMACIONES” celebrado el día 27 de julio, uno de los panelistas invitados fue el cuestionado alcalde de Soacha Juan Carlos Saldarriaga Gaviria.

La inmerecida invitación a reflexionar sobre tan delicado y complejo asunto junto a expertos como Francisco Cajio, se explica porque su gestión en dicha materia ha ido durante su mandato en contravía de las soluciones estructurales que requiere la ciudad frente al problema educativo de la ciudad para los próximos años.

Existe de mi parte un alto grado de certeza que el mandatario no visita en detalle una institución educativa de la ciudad desde hace muchos años, y lo peor, poco o nada sabe sobre asuntos pedagógicos y de calidad que afectan el sistema educativo municipal.

Las múltiples causas que caracterizan la problemática de la educación pública local, no solo se deben asumir desde la perspectiva del hambre con la que cotidianamente llegan los estudiantes a sus jornadas escolares diariamente, y menos que el asunto siquiera se mitigue con la universalización del Programa de Alimentación Escolar PAE.

Menos se resolverá el problema de la calidad educativa mientras la ciudad no solo no supere el déficit de infraestructura educativa y se elimine de raíz el sistema de contratación o convenios, que terminó por convertir la necesidad de educación en un sistema perverso y corrupto de creación de clientelas electorales por parte de la mayoría de concejales, sino que además se convirtió en un factor de enriquecimiento de un reducido número de propietarios de instituciones educativas privadas que concentran la demanda de este sistema de matrícula y convirtieron la educación en una mercancía.

El mandatario expresó que fruto de las priorizaciones en el sector, el balance es positivo en materia de tecnología y bilingüismo, pero en la practica la mayoría de instituciones carecen de dispositivos tecnológicos para trabajo docente, la conectividad es deficiente en la mayoría de instituciones, y con mayor razón los pocos equipos con los que cuentan los estudiantes donde se dispone de ellos debido a que presentan un alto estado de obsolescencia, mientras los maestros de inglés demandan sin respuesta fortalecer su formación de bilingüismo con especializaciones, maestrías y doctorados.

El alcalde Saldarriaga formado en uno de los centros de pensamiento conservador más recalcitrante y poco amigo del conocimiento científico y social, no vaciló en afirmar con ligereza e irresponsabilidad que mientras “algunos” maestros no dejen de aprovechar su condición docente para adoctrinar a los estudiantes, no se podrá mejorar la calidad de la educación pública de la ciudad.

Pero si de adoctrinamiento se trata el mejor ejemplo de ello es el que viene realizando el mandatario sobre cientos de contratistas, a los que coacciona de diversas maneras para que voten por sus candidatos a la alcaldía y al concejo en un desesperado esfuerzo por mantenerse en el poder en cuerpo ajeno.

Tan poco interés y preocupación le ha generado durante su periodo de gobierno el problema educativo, que no solo no construyó ninguna institución educativa, sino que aún no ha dado cumplimiento a la sentencia del Consejo de Estado mediante la cual ordena al municipio ejecutar la construcción del colegio del Charquito, paradójicamente demolida por un supuesto maestro que fungió de gobernante del municipio en el periodo anterior.

La oferta educativa publica superior a la fecha cuenta con una limitada oferta académica para una ciudad de más de un millón de habitantes de los cuales más de la mitad son población joven y en edad para cursar estudios superiores mientras la matricula en el sector privado crece años tras año.

Durante su patética intervención en el foro, el maestro de San Roque le faltó a la verdad a los panelistas, a sus gobernados y al país porque la calidad de la educación en la ciudad justamente no fue una de sus prioridades sino exactamente todo lo contrario, fue la cenicienta. Y para legitimar tan protuberante engaño, no dudo en llevar al foro su respectivo comité de aplausos para adularlo al final de su intervención.

Su interés, esfuerzos y recursos se centraron prioritariamente en la construcción de grandes obras de infraestructura que no se concluirán en su periodo, o en exóticos proyectos como el polémico puente sobre la cloaca en la que quedo convertido el rio Bogotá, obras que si bien son necesarias, no son precisamente las más urgentes como la salud, la calidad de la educación, la modernización tecnológica de las instituciones educativas, la formación de más y mejores docentes y la construcción de infraestructura educativa, imprescindibles para atender la creciente demanda derivada de los actuales desarrollos habitacionales en diferentes sectores de la ciudad.

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