Con una inversión que supera los 910 millones de pesos, la Agencia de Desarrollo Rural (ADR) y varias comunidades indígenas del Vaupés celebraron el cierre de un proyecto productivo para el fortalecimiento de chagras. Esta iniciativa se desarrolló junto con la Asociación Zonal de Autoridades Tradicionales Indígenas de Acaricuara (Azatiac), con el fin de mejorar la calidad de vida de 87 familias de las comunidades de Acaricuara, La Floresta y Arara, pertenecientes a los pueblos Siriano, Tucano, Tuyuca, Bará, Yurutí, Tatuyo, Desana, Carapana y Makú.
Con la implementación de este proyecto se mejoraron los cultivos de yuca brava, yuca dulce y plátano, y se incrementó en un 30% la producción. La productividad de las chagras (parcelas tradicionales de cultivo) ha alcanzado los niveles más altos registrados desde 2018, con rendimientos de hasta 5,5 toneladas de yuca por hectárea.
La chagra es más que un medio de subsistencia. En ella se teje la cultura, el saber ancestral y la espiritualidad de las comunidades, que preservan este legado de relación armónica con la naturaleza.
Alfonso Rubio Mantilla, representante legal de Azatiac, habló de la participación de hombres y mujeres en este proyecto: “Tanto el hombre como la mujer comparten el conocimiento sobre la siembra. La función que desempeñan es la misma, ya que el hombre transmite su conocimiento al hombre y la mujer a la mujer. El proceso de la siembra es igual para ambos, y la chagra es un mercado donde se siembran una variedad de productos que contribuyen a la sostenibilidad de la familia”.
Además del fortalecimiento de las chagras, las familias recibieron 30 ralladoras mecánicas de yuca para tecnificar su producción de farinha, que comienza a posicionarse en el mercado brasilero gracias a las tres lanchas de motor fuera de borda con las que se dotó a la asociación. Este medio de transporte ha facilitado la inclusión de productoras y productores en los mercados locales y cruzar fronteras para hacer más rentable su actividad agrícola. Por otra parte, las familias recibieron semillas de asaí, chontaduro, copoazú y guama amazónica, que no solo diversifican la producción, sino que también contribuyen al equilibrio ambiental.
Alfonso Rubio también destacó el impacto positivo de la iniciativa: “Este proyecto nos ha beneficiado de muchas maneras: nos ha brindado espacio para fortalecer nuestras semillas y para que nosotros mismos sembremos para nuestro consumo”.
Al culminar este proyecto respetuoso de las tradiciones, la Agencia de Desarrollo Rural contribuye al incremento de la producción y la rentabilidad en un territorio mayoritariamente indígena. Mientras tanto, sus pobladores cruzan fronteras para dar a conocer el fruto de su trabajo.