Mucha polémica y revuelo ha levantado en la ciudad de Soacha, la llegada del equipo de fútbol profesional de segunda división el Valledupar F.C., hoy rebautizado Real Soacha Cundinamarca, el cual viene a rescatar viejas nostalgias de los que aun añoran la época dorada del futbol aficionado en el municipio.
Respetable y loable la decisión del alcalde Juan Carlos Saldarriaga de apostarle a traer el futbol profesional a nuestra ciudad, territorio que necesita con urgencia salir del atolladero de la violencia, la desigualdad de género y social, el aumento desmesurado de la población por el auge de la vivienda y los peligrosos bajos índices de protección social y de inclusión social.
Para criticar el costo de traer un equipo de fútbol profesional a la ciudad también se tiene que tener en cuenta otros variables, como que los costos sociales y económicos de la violencia y el desasosiego entre la población son mucho más altos y a menudo duran toda la vida, muy a pesar de la resiliencia innata de niños, adolescentes y en general de toda la población sin importan su edad o género.
Independiente de la controversia del contrato con el Valledupar F.C. firmado por el secretario de Cultura de Soacha, Alejandro Cerón, del cual tal vez en su momento posiblemente tendrá que dar las explicaciones necesarias, lo cierto es que hay cositas que molestan y dejan la sensación que las decisiones las toman una partida de “aficionados” y en este caso vale la redundancia “aficionados”.
En primer lugar, la cultura en Soacha ha sido manejada por funcionarios, incluidos alcaldes, secretarios y concejales totalmente incultos, politiqueros de pobre visión, fragmentada y torpe, en la que la concepción de cultura es menospreciada y relegada, por lo que políticas, programas y proyectos en sus manos están destinados al fracaso, véase Plan Decenal de Cultura.
Las preguntas que se hacen los artistas y gestores culturales de Soacha son: ¿Porque los $1.000 millones de pesos que vale el contrato con el Valledupar F.C. sale de Cultura y no del Instituto Municipal de Recreación y Deporte de Soacha? ¿A ese nivel tan bajo ha caído el IMRDS que el deporte lo maneja la Secretaría de Cultura y Turismo?
Restarle presupuesto al sector cultura en Soacha no es nuevo, en su momento lo hicieron Darío Cabra, Jorge Ramírez, Juan Carlos Nemocón, Eleazar González y por supuesto los nefastos José Ernesto Martínez y Jesús Ochoa.
La cultura siempre ha sido la cenicienta, con los políticos incultos es vano argumentar que la cultura permite no solo conocer las expresiones artísticas del pueblo y que es fundamental para construir identidad, sentido de pertenencia, convivencia pacífica y cohesión social, sino que también es un elemento fundamental de crecimiento económico, de vida intelectual, afectiva, moral y espiritual.
Ahora bien, el fútbol es pasión, con el las emociones colectivas se hacen fiesta compartida, la alegría, el optimismo, el orgullo y la esperanza se vuelven realidad, una realidad que existe sin dar explicaciones ni pedir disculpas. Nos guste o no nos guste, para bien o para mal, en estos tiempos de zozobra y desesperanza, no hay nada comparable a las emociones que se viven y se sienten alrededor del fútbol.
Juan Carlos Saldarriaga acertó, el hombre se ha equivocado, es testarudo, pero también ha hecho cosas bien, traer el fútbol profesional al estadio Luis Carlos Galán es una apuesta riesgosa, costosa si se quiere, pero Soacha y su gente, merece con orgullo decir que tiene equipo profesional de fútbol, aunque es necesario reconocer que al Real Soacha Cundinamarca le queda de para arriba levantar afición en Soacha, eso no se consigue de la noche a la mañana.
A los funcionarios de Saldarriaga les queda mal jugar con las expectativas de la gente, salir a promocionar en los medio de comunicación abyectos que la llegada del equipo profesional a Soacha busca apoyar los proyectos las Escuelas de Formación Deportivas y que el objetivo es que de las escuelas salgan deportistas para hacer parte del equipo de fútbol, es algo absurdo, si se entiende que las tales escuelas que maneja el IMRDS son simplemente manejo de tiempo libre, es decir proyectos recreativos, politiquería barata que solo puede salir de la mentalidad de funcionarios mediocres y cortoplacistas que buscan agradar al jefe.
Los críticos tengan o no tengan razón, tienen que pasar la página, es verdad que el equipo debió tener la hermosa palabra Tequendama, de la que tanto nombra y se ufana el alcalde Saldarriaga o simplemente Soacha F.C, en vez del mediocre, tonto y ridículo nombre de Real, nombre con el que nadie se identifica en Soacha. Esos críticos deben aceptar como un hecho la simpleza y mediocridad de los funcionarios y asesores de la actual Administración Municipal, más si desde un comienzo se sabía que el Alcalde los contrató no para que pensaran sino para que obedecieran como mulas y a fe que lo han hecho.
Que los colores del uniforme del Real Soacha Cundinamarca, más parecen de un equipo barrial de futsal o fútbol sala que de un equipo de fútbol profesional tienen razón, pero deben entender que en la cancha los partidos no se ganan solamente de camiseta.