Alejandro Martin ya es una celebridad latina en los diferentes estados de Norteamérica a los que llega, gracias a su emprendimiento @latamaleriacolombiana.
Con sus 35 años y una voz llena de sorpresa y emoción —pese a que ha sido publicado en muchos medios nacionales y de Estados Unidos— contesta esta entrevista agradeciendo el interés e irradiando un positivismo que se vuelve pegajoso.
“Esta idea nació pasando una necesidad grandísima, porque no se encontraban esos tamales en Nueva York y mi expareja, la madre de mi hija, tenía antojos de tamal y eso era una odisea encontrar este producto acá y sobre todo ricos”, empieza.
El emprendimiento se consolidó en conversaciones con su mamá, María Lilia, que es del Tolima. “Allá hacíamos tamales espectaculares y le comenté a mi mamá que acá no encontraba esos tamales y lo que me dijo fue: ‘Bueno, pues, hágalos’, nos pareció súper loco pero así fue que surgió todo”.
El primer tamal que hizo supuso un reto y se cocinó, a través de Skype. Alejandro no tenía experiencia; estaba solo en Nueva York y su mamá, desde Colombia, iba dándole el paso a paso… Cuánta sal echarles, cómo se cocinaba cada cosa. De esta experiencia recuerda lo caro que salió comprar los ingredientes (los adquirió en una carnicería corriente), aparte de lo difícil que fue lograr su primer y esperado tamal.
La docente Alba Llorente Majana, experta en Gastronomía colombiana, explica que el tamal es típico de las regiones del Tolima, Valle del Cauca, Santander, Antioquia, Cauca y Bogotá, y un plato obligado en el desayuno, almuerzos y en fechas muy especiales como Navidad o cumpleaños. Se hace de cerdo, carne y pollo.
“El tamal es un plato a base de masa de maíz que se prepara con diferentes ingredientes dependiendo de la región de Colombia, envueltos en hoja de plátano; su origen proviene de culturas prehispánicas”, añade Llorente.
¿Y esta cultura prehispánica cómo se fue a meter en las calles de Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut, Pennsylvania, Miami, Washington, Virginia y Maryland? Pues en los TamalGo, estos pequeños carritos, que a su vez parecen unos mini trucks, y que, explica Alejandro, toman su diseño de aquellos que se usan en la India. Son en realidad una ‘motico cubierta’.
“Les pusimos una imagen llamativa, colombiana. Y sí, hay gente que se vuelve loca tomándose fotos con ellos”, ríe Alejandro.
Alejandro Martin nació en Bogotá y se crió entre Medellín y Bogotá. Le ganó el acento de Antioquia, así que le dicen ‘El paisa’ por su dialecto y la berraquera que ha mostrado desde que llegó a esa tierra de cuatro bien marcadas estaciones. Emprendedor, entrador y berraco. Así de define.
“Tengo la casta del colombiano y he sido un líder de nacimiento, tuve cargos altos en Colombia en cuanto a ventas, liderando equipos de trabajo. Cuando pienso en empezar a emprender, también pienso en qué más saco adelante. 35 años, una hija, y no tengo familia en este país como tal. Mi familia toda está en Colombia, por eso me considero aún más berraco”, se describe.
La venta de sus tamales ha aumentado y los TamalGo ya se ven parqueados en sus lugares estratégicos, entre los estados norteamericanos que siempre tienen a un colombiano extrañando a su tamal o simplemente su sazón criolla.
“Los condimentos, el 90%, los recibimos de importadores, traemos esos insumos para que el sabor sea lo más similar. Las hojas también las traemos de Colombia, por eso me agrada cuando la gente dice: ‘Por fin encontré el tamal que era’. Eso sí, mejoramos en estos que tienen buena carne, buen tamaño. No nos quedamos cortos en darles su buen relleno de carne”, asegura el emprendedor.
Es comunicador social de profesión y, aunque al principio reconoce que hubo mucha gente riéndose de su emprendimiento, ahora lo que le importa es saberse orgullo de su tierra desde los Estados Unidos.
“Decían que me había vuelto loco, ¿quién va a comprarte tamales todos los días?”. Llegar a vender su producto en la bajada del tren era irse lejos de esos cargos directivos que alcanzó a tener en multinacionales en Colombia.
“Ahora soy casi famoso. Es muy poco el latino que no me reconoce. Ahora me escriben en las redes de muchos países, de muchos estados, felicitándome. Voy por la calle a algún lado y alguien siempre me saluda. Un día fui a una fiesta de la Independencia y un norteamericano se sorprendió de verme vendiendo tamales, él pensaba que eran arepas”.
Pero el orgullo de ser el emprendedor de estos tamales que invaden poco a poco el paladar por esas tierras, es que con ellos Alejandro posibilita más de 150 empleos. “No es tanto el dinero, es la satisfacción de que lo que hacemos genera trabajo, de que a la gente le gustan. La gente que lleva muchos años acá se asombra porque llegué como mesero, barman, y con el tiempo monté mi negocio. Cumplimos 4 años. Fue una lucha solo acá”.
Tiene sus documentos en regla, estudió inglés, por lo que está en nivel intermedio B2, y gracias a su trabajo con el idioma ha podido sacar licencias, permisos y contactar gente.
“Emprender en EE. UU. no es fácil, es más difícil que en Colombia pero creo que ahora, con las redes sociales, podemos hacerlo de una mejor manera. Definitivamente hay es que buscar las ideas, intentar y, bueno, entre los 15 empleos antes en Colombia y ahora, se nota que siempre estuve pensando en un proyecto mío. Esto es una puerta hacia muchos proyectos, de otros que vienen”.
En palabras de Alejandro Martin: ¿quién no se siente feliz de dejar a Colombia en alto?
Por Ivis Martínez Pimienta
Fuente: El Universal