Hagamos memoria: el Tesoro Quimbaya, fue descubierto en 1890 en cercanías de Filandia, municipio del departamento del Quindío, el cual estaba constituido por más de 400 piezas de oro, de las cuales 122 fueron enviadas en 1892 a una exposición en España, con motivo de la conmemoración de los 400 años del descubrimiento de América.
Ahora bien, estas piezas en vez de regresar a Colombia una vez que se terminó la exposición, el entonces presidente de la República, Carlos Holguín Mallarino, un burócrata botarata y relacionista público indecente, decidió obsequiar de manera inconsulta semejante tesoro a la reina regente de España, doña María Cristina de Habsburgo, viuda del rey Alfonso XII, quien había dictado un laudo arbitral (1891) en la definición de límites entre Colombia y Venezuela.
La casta política corrupta de ese entonces para justificar semejante despropósito y añorando las bondades de la realeza que decían pertenecer, sostuvieron que el regalo fue en agradecimiento por haber sido ese fallo favorable a nuestro país. Obsequio injustificado ya que Venezuela siempre ratificó el fallo y lo ha reconfirmado en varias oportunidades, así como ha guardado respeto por el cumplimiento de este.
Otras versiones indican que en realidad no fue un regalo, sino una venta disfrazada cuyo dinero se repartió entre la zanganería conservadora en el poder.
¿Pero quién era esa sanguijuela Holguín Mallarino? Un burócrata de coctel con ínfulas de estadista que gracias a su relaciones familiares y políticas fue nombrado doblemente embajador en Inglaterra y España en 1880, cargos en el que permaneció hasta 1887. Está demostrado que era un acaparador de poder, cuando fue designado a dedo presidente (1898-1892), ejerció a nombre propio los cargos de ministro de guerra y canciller respectivamente, en paralelo con su cargo presidencial, sin ninguna oposición de sus compinches.
El Tesoro de los Quimbayas fue un conjunto de objetos de oro y tumbaga que formaba parte del ajuar de dos tumbas de esta cultura precolombina encontradas accidentalmente por un grupo de guaqueros que se dedicaban exclusivamente a buscar y saquear sin ningún escrúpulo el patrimonio arqueológico dejado por nuestros antepasados indígenas. Su importancia radica no solamente en el número de piezas que integran el conjunto, sino en su excepcional calidad artística y técnica, lo que las convierte en auténticas obras maestras del arte precolombino.
La calidad de este conjunto es tan espectacular, que se puede considerar como el principal tesoro americano hasta el descubrimiento de la tumba del señor de Sipán en Perú.
El Tesoro Quimbaya fue adquirido por el Gobierno Colombiano a los intermediarios que a su vez lo habían comprado a los guaqueros saqueadores de tumbas que lo encontraron. La compra se realizó el 20 de agosto de 1891 mediante un “Contrato de compra de una colección de objetos de oro” entre el Gobierno y Fabio Lozano Torrijos de Ibagué por la suma de $70.000 pesos de la época, en el que se especificó el número total de objetos (433) y un peso neto de 21.224 gr.
El 9 de mayo de 2024, el gobierno de Gustavo Petro reclamó formalmente a España la devolución del tesoro de los quimbayas, expuesto en el Museo de América de Madrid. En una carta firmada por el ministro de Relaciones Exteriores, Luis Gilberto Murillo, y de Cultura, Juan David Correa, el gobierno colombiano solicitó la entrega de las reliquias, buscando la recuperación y repatriación de estos bienes de interés cultural de los colombianos.
Hoy, Colombia reclama con razón ese tesoro, que es parte de nuestra cultura y símbolo de lo que significó el talento de nuestros ancestros. España, supuestamente fiel a los principios de la diplomacia universal y a los de las buenas costumbres, debe admitir que posee un regalo entregado de forma indebida por un presidente botaratas que quería hacer relaciones públicas con la cosa ajena.
Quedamos entonces a la espera de la respuesta del gobierno español….