El retorno del mundo inquisidor y como se instrumentalizan las soluciones ante las problemáticas del mundo.
Por Mariano Sierra S.
El cambio llega como Paráclito que revive hacia un ordenamiento de defensa ante el tribunal de los pueblos del mundo y sus dones, El hombre razón de la vida, en sus épicos retornos para repensar la historia del conocimiento afianza sus fuerzas hacia una liberación. Este proceso, es un dialogo con la vida y el mundo para retrotraer pasados para enfrentar el presente en una hermenéutica que inspira debates y diálogos abiertos, dilemas y conjeturas que conducen a medir las pulsiones sociales que revalorizan la naturaleza humana para enfrentar el cambio, como humanistas y ciudadanos del mundo, critico, consciente de la complejidad del mundo y de nuestra condición fundamental de la verdad dentro de una fenomenología comunitaria.
Meditar ante los acuciantes dilemas, seria llenarnos de vergüenza, de asombro por los escándalos ante el carecer de autoestima, de conciencia social, de poder , ante el acoso del ocio, de los apegos materiales sin equidad, de la enemistad entre los hombres donde nace el odio, la muerte y la maldad encubierta, el desprecio al conocimiento de la historia, que llevan al hombre a vivir creando dioses, gobernando con excesos, con un ropaje cínico, negando culpas, juicios injustos, cubierto de apostasías y normas de papel.
La comprensión de la historia nos trae advenimientos con vindicaciones jugando un papel trascendental hacia el ver como un mundo de historias dolorosas han convertido nuestros pueblos en teatros de muerte. Acciones de curadurías sociales nos muestran como un negacionismo hace presencia por parte de activismo opositor que más bien parecen rezagos ideológicos, vestigios insolentes sin identidad social.
Los pueblos sufren los embates del estado. Nación y de los poderes económicos que llevan a los pueblos a generar impulsos sociales con resistencia y persistencia. De allí implosiones y explosiones se cruzan en un enfrentamiento que dejan entrever intereses propios. Unir fuerzas para dirimir las parodias, fuentes de las sátiras y las burlas de quienes creen expresar gobernabilidad o hechos adversos al orden justo, a la realidad social, es el sentir de las comunidades donde los principios humanitarios derrumban los atavismos de la inconformidad. Pantomimas y ficciones de leyes vibran en aquellas mentes donde solo hay inspiración de incomprensiones en un mundo que se quiere metamorfosear por unos saberes donde solo prima la injusticia social
La obsesión canibalesca corrompe los postulados de la sensibilidad, hace renacer las emociones fatídicas, destrozando la identidad del ser, ser. El hombre justo como rebelde con causa imprime carácter a su personalismo vinculante que va más allá del bien y del mal, dando firmeza a la misión de la existencia de toda empresa emancipadora de esclavismos que reprimen el conocimiento social, a base de posturas de miedo montadas en una política de exclusión, de envidia, donde se excluye el amor y la visión filosófica de la esperanza que visualice la luz del mundo que tenemos que cambiar para recuperar el pasaporte ciudadano sin restricciones de muerte, ni paciencias silenciosas. Quien habla con la fuerza del poder del pueblo, siempre será escuchado en la medida que estemos dispuestos a convivir como humanos, como sintientes, como una naturaleza de la vida, para la vida.
Cuando una sociedad pierde el sentido de la sinceridad, se hace vinculante de la falta de objetividad y de confianza en su naturaleza humana. Fácilmente cae en el abismo del naufragio viviente, pasando a ser una sociedad inerte, sin sensibilidad para poder conformar una relación de convivencia, perdiéndose la calidad de ciudadanos del mundo. Se ahonda en el universo la odisea, vagando por caminos macondianos al son de parodias que hunden sus raíces en la trama de políticas vergonzantes. Unidad es lo que le falta al mundo…Individualmente somos una gota, juntos, somos el mar, nos lo recuerda alguien con profundo sentir.
Al mundo social y político le encanta ejercer el sentir del mal pensante con sus conjeturas, dilemas y sabidurías de la filosofía del desanimo. De cara al mundo, somos hipócritas, violadores del destino, huérfanos de la franqueza, aduladores y profanadores de la razón, consumidores de nuestra propia sangre. Somos injustos con el prójimo, no lo reconocemos, corrompemos sus principios, nos apasiona la explotación humana, ansiosos ante la llegada sin control de la inteligencia artificial, instrumentalizados por falsos realismos políticos, que llevan sus saberes en un corazón y un alma de dioses, confundiéndose lo legal con lo ilegal, cada uno con sus propias leyes, mintiendo al azar, pues la verdad esta encarcelada.
El mundo y sus imperios se han presentado siempre como un gran inquisidor, Sus efectos se han desplazados por todos los continentes. Perversión, el término que se asocia sin límites, está basado en falsedades donde el compromiso está ausente, dejando que las llamas genocidas destruyan pueblos enteros. La inquisición vocifera acometiendo practicas donde la vida humana es la que recibe el impacto armamentista y la desolación ante la afluencia migrante y la alienación de conciencias humanas, que como siempre genera practicas inquisidoras de todos los calados destructores, donde las tinieblas emulan trémulas.
Los pueblos de América, el Caribe y África están llenos de héroes por distintas razones. Siempre han sido precursores de independencias, mujeres, niños y hombres son protagonistas de odiseas que hoy vagan, deambulando por un mundo inquisidor y lo único que encuentran es su propia tumba. Un pensador nos recuerda que “…cuando el orden justo se desmorona, la sociedad empieza a pensar…” El mundo actual, es el mundo de los advenimientos, la inquisición, los escapes, los retrocesos y el de la revisión de la funcionalidad de las grandes organizaciones como la OEA, la ONU, la OTAN y otras afines, para que actúen de conformidad y sino, ¿para que existen?
Cada estamento describe unas funciones bien propias para que ellas actúen ante circunstancias, como cuando ocurren eventos de desequilibrio político, social, económico, de medio ambiente, de seguridad, de miseria, de hambre, de desigualdades, de codicia, de solidaridad, de grandes avances científicos y tecnológicos. dé poderes, de falta de amor, entre tantos, con fines de agredir, de explotar, de manipular, de apoderamientos, de monopolios, La realidad es que estos gobiernos se sustraen a sus deberes, violan derechos, dilatan con pírricas y nada sustentables reuniones, declaraciones y compromisos sin profundidad, más bien lo que hacen es acrecentar los problemas y las desigualdades.
En la filosofía del cambio, estos aspectos son ineludibles y llaman la atención de pueblos y naciones, pues es el futuro de la vida el que entra en juego. En qué momentos se nos está desmoronando el mundo. En qué estado se encuentra la civilización, el control y el orden justo. A quien le pertenece el mundo. La lógica nos dice que, a todos, y todos debemos coadyuvar a su transformación. Alguien dijo que “…dejemos de filosofar, nuestro deber y obligación es transformar el mundo para bien de la humanidad, con el yo acuso, el yo denuncio…”
Actuamos como víctimas y victimarios, es decir nos enfrentamos y nos destruimos unos a otros y en este orden ya podemos comprender cual es el fin. Entonces, porque no asumimos el papel responsable, de compromiso, de justicia, de humanismo. En la medida que avanza la tecnología, retrocedemos como personas y las desigualdades se ahondan. Nada nos pertenece, existen simbolismos que no dan acreditación legal, nacemos y así mismo morimos sin ninguna pertenencia. Cuando materializamos nuestro sentido de vida, perdemos ese sentido existencial, y en ese interregno nos volvemos como dioses, predicando y llevando a la práctica un poder sobre todo y sobre todos.
El orgullo y la codicia nos hace perder la razón al creernos amos y señores del mundo a tal extremo que le rendimos culto a nuestra propia personalidad. Para que finalmente humillados y ofendimos tengamos que dar marcha atrás si es que tenemos el valor civil de aceptar nuestras culpas, o proceder como fariseos. Las fuerzas del mal nos atrapan, nos hace suyos a su manera diabólica en todos los conflictos, con fuerzas que incluyen a las fuerzas del supuesto orden de control existente. Esta reflexión impulsa la crítica social y política del orden actual y es proclive para entender un gobierno mundial como la nueva razón del mundo, esto es, el bienestar universal.
El compromiso es de todos, en medio de las repercusiones económicas, políticas, sociales y culturales. Ello es un imperativo, es un reto pues el capitalismo no ha podido objetivar compromiso alguno, solo actúa para llevar a cabo sus intereses. Los gobiernos en el mundo, llámense como se llamen han sido simbólicos, como sus papeles, el sentido común perdió su finalidad, por lo tanto, buscamos la vía de la filosofía del común, de la paz, que nos prepara para el vivir y el morir, para sentir el sino del amor social que nos llama a platicar en un silencio meditado, dispuestos a luchar por el sentir la vida.
La búsqueda de fórmulas de paz contra el genocidio universal y otras violencias, está perdiendo la ruta, mientras tanto nos destrozamos, crece el caos, se afianzan las barbaries, las crisis cobran fuerza, el gobierno retrocede, el sentido común dejo de ser sentido. Inventar el futuro es posible, un manifiesto lo exige, con poderes de verdad.
El conocer el pasado histórico, el mundo y su comportamiento nos permite el derecho de comprender como se gobierna y el cómo se asumen los compromisos para denunciar el ser, el estar y el que hacer. No denunciarlos es hacernos cómplices de los delitos y el incumpliendo de los objetivos. Recordemos que de las mayores crisis y de los grandes males, siempre sale algo bueno, el bien obrar. Si no actuamos es nuestra estricta responsabilidad.
En la ruta del conocer, revisando la historia de algunos saberes, estos me allegan sus impresiones, que bien aplican a los fracasos y los crímenes de la política mundial. Afirman Castells y Calderón que la pérdida del rumbo, es ausencia de senderos visibles y resaltan el saber de nuestros hermanos mayores los aimaras. La Kamanchaka, que no es otra cosa que designar una nube espesa, una oscuridad que bloquea totalmente la visión, que oprime y desorienta la perdida de rumbo. Como humanos siempre abrimos camino, hay que buscarlos, sabiendo donde estamos, con paciencia histórica y conciencia de las crisis, hasta vislumbrar la esperanza.
Es de la esencia del hombre estar en pie de lucha haciéndole honor a los árboles que mueren de pie simbolizando el espíritu estoico de la vida ante tantos absolutos y complejidades del orden social y natural. Donde resaltan la esperanza y la fortaleza que hunde sus rizomas en tierra fértil, y la resiliencia, capacidad para atender y estar firmes ante toda adversidad social, económica o política. Morir de pie lleva al orden establecido institucional o humano a tener la fuerza en todos los intríncales del mundo. Al actuar en la vida, se alzan cual Icaro alternativas arquitectónicas del común para enfrentar las tragedias de la vida con sus soluciones llenas de amor social.