Por Ricardo Usaquén. Especial para Soacha Ilustrada.
Sin discusión Gustavo Petro y Álvaro Uribe son los dos políticos más importantes del país. Cada que alguno de los dos lanza una opinión, inmediatamente todo el mundo en Colombia aplaude o rechaza sus argumentos.
A Petro es difícil encasillarlo, nadie acierta con sus opiniones y en especial con sus decisiones, en su mayoría lógicas y que le ponen sal a la ya abierta herida de la democracia colombiana y que dice de su fuerte personalidad.
El fin de semana pasado al cierre de las inscripciones de candidatos, anunció su apoyo irrestricto a la candidatura de Hollman Morris a la Alcaldía de Bogotá.
Su decisión puso en evidencia los desaciertos, incongruencias del discurso y la afinidad de Claudia López con un amplio sector del uribismo y la poderosa dirigencia económica de Medellín.
En medio del acto de inscripción de su candidatura, López no solo anunció la eventual construcción del Metro elevado en Bogotá, en caso de que Enrique Peñalosa lo deje contratado, algo muy posible, sino que además lanzó la candidatura de Sergio Fajardo a la presidencia.
Ese desatino de la candidata de los verdes, porque no era el momento ni el lugar, no solo causó el rechazo de la mayoría de seguidores de la Colombia Humana, sino que públicamente Gustavo Petro le negó su apoyo a la Alcaldía.
La decisión justificada de Petro puede dejar “sin el pan y sin el queso” a la candidata de los verdes, quien aunque lidera las encuestas en Bogotá, todavía no tiene ningún sector consolidado, en parte por lo nebuloso de su programa tanto en la parte social como en la agenda ambiental que es urgente para la crisis de Bogotá.
López en su discurso propone algunos temas, pero la obsesión por el Metro es tal, que así sea elevado y contra toda lógica, garantiza su ejecusión, pero deja pendiente exponer lo que se debe hacer para solucionar en parte la crisis ambiental en que Peñalosa deja a Bogotá.
Claudia López cae en el error de subestimar el liderazgo político de Petro al igual que sus enemigos, que siguen atacándolo sin entender qué su popularidad crece día a día a pesar del veto político, judicial y de la mayoría de los medios de comunicación, que unidos sistemáticamente trabajan en su contra.
El fenómeno Petro ha calado tanto en la sociedad, que la mayoría de los actuales candidatos a las diferentes corporaciones repiten sin convicción su discurso, a pesar que militen en lados políticamente contrarios.
Todos rechazan de labios para afuera el patronazgo, el caciquísmo, la lechona, el tamal, los ladrillos, los regalos, los cupos en colegios y el pago del voto, pero eso sí, casi ninguno habla en sus discursos del enriquesimiento ilicto producto de la corrupción, por ahora, se inician las campañas políticas y todavía es temprano para que algunos se atrevan a lanzar falsos triunfalismos.
Amanecerá y veremos…
Julio 29 de 2019