Algo que dice mucho de la personalidad y el carácter de Iván Duque, el elegido de Uribe, es su actitud frente a la explosión social que se manifiesta en las calles, actitud que contrasta con la de Uribe y sus incendiarios congresistas, tan incendiarios como el vandalismo que denuncian.
Duque se demoró ocho días en pronunciarse sobre la tragedia que sufre el pueblo colombiano, a pesar de que es el presidente de la nación. Esa soberbia de negar la gravedad de la situación, negar la violencia policial, ha puesto en peligro no solo a millones de personas, incluidos los mismos militares quienes son en ultimas los que ponen el pecho en las calles.
Duque no ha tenido la voluntad y el coraje, ni se ha dignado a mirar las quejas del pueblo, que durante los días de paro le han reclamado dialogo y negociación para paliar en algo el sufrimiento del pueblo colombiano.
Resulta que el presidente de la República, embombado por Uribe, se cree superior a cualquier mortal, pues no le han importado los excesos de la Fuerza Pública demostrables en múltiples videos, ni los muertos, ni los bloqueos, mucho menos la desesperanza y la hambruna de la mayoría de los colombianos, en fin, muchas tragedias individuales, grupales y comunitarias.
El descontento popular cada día adquiere más fuerza, mientras el Gobierno en pleno hace gala de su soberbia.
Lo preocupante es que Duque no solo escucha a Uribe Vélez, sino que recibe órdenes de él, y los miembros del Gobierno, incluidos sus ministros, o piensan igual que él o nadie se atreve a hablarle al oído para comentarle la verdad de lo que sucede con el pueblo que dice gobernar.
Duque vive en una burbuja que le han fabricado sus mediocres asesores y los medios de comunicación abyectos, donde solo le llegan los escenarios falsos que le crean y él no se permite confrontarlos con la realidad.
Para el Gobierno y sus amigos, nostálgicos de ideologías fascistas, no hay manifestantes pacíficos, ni motivos de reclamo ni peticiones. Los muertos y heridos del Esmad no tienen importancia porque eran subversivos contra el bienestar y el confort que ha dejado el uribismo, en su visión los manifestantes simplemente son unos vándalos al que hay que perseguir y encarcelar.
OTRO SI: En Colombia se roban 51 billones de pesos los corruptos, sin embargo, el Gobierno nunca se refiere a este tema, y tampoco está en la agenda del supuesto diálogo que está por empezar. ¿Por qué los políticos evaden el tema y nadie habla de corrupción?