Vivimos como exilados.
Por Mariano Sierra
Desde siempre navegamos por el mundo para ver si existimos, llevando en nuestro yo el pensar de la duda que embriaga la existencia plena, ante fenómenos sinérgicos cuyas fuerzas luchan dentro de un devenir de capacidades que penetran el pensamiento con la noción de sabiduría. Ese viaje hacia la búsqueda del yo interior es un viaje en medio de devenires, para afrontar el destino de la vida y sus concepciones en una conciencia social trascendente. La concepción social del hombre se desprende de su independencia, alimentada de principios de desarrollo. Propio de la resistencia contra la destrucción del amor social que fluye del trabajo solidario que crea condiciones para impedir la explotación y en su defecto identificándose con la naturaleza, compartiendo con ella el sentir del orden, de la paz, de la vida y la justicia, con plena libertad para realizarnos.
El sentido de la vida, propio del hombre, el diario vivir, nos enseña también el sentido de la muerte, como la mayor realidad. En medio de la convivencia humana el hombre en su eterna soledad y en vida contemplativa le habla al mundo con sus palabras y su lenguaje inquieto y moribundo, con actos de amor y dialogo fraterno, para entendernos y conocernos en la historia que nos asiste. Entre infiernos, avanzamos con Dante al peso del fardo de errores, revisando el pasado y el presente, presagiando el futuro.
Transgredir, odiar, mentir, engañar, son artificios, sofismas, contradicciones, hilos conductores para un sentido de vida contracorriente. La capacidad humana para resolver problemas, ronda, gravita en esquemas difusos que dejan entrever agresiones donde el dialogo es el menos tenido en cuenta. Vivimos vacíos de afecto y llenuras de odios, el mundo desconoce lo que es el amor, lo que es la entrega a la amistad, no hay importancia ante las inferencias a los atropellos a las ideas que generan los cambio porque son controvertidas por el sentir de los injustos del orden, sin razón inteligente para censurar. América, el Caribe, África y otros pueblos en decadencia social, tratan de ser lo que son porque no se han divorciado de la lucha libertaria y siempre estarán en pie de lucha-
Razón y conciencia. Fuerzas que se han ido perdiendo en su dimensión profunda porque somos endeblez, desordenados y fáciles para la seducción. Dostoievski nos decía que el hombre esta resentido como ser humano y es un absurdo, en el contexto de su existir, de su ser profano…… Hace más de 100 años nos lo dijo. Hoy ante el vacío del paso del tiempo, cuando la inopia llega a su más dura realidad porque la inconciencia y el desencanto rompen todo sentir. ante todas las tareas que se están emprendiendo, el giro al cambio busca llenar los espacios vacíos de otrora. para llenar los corazones de un pueblo, perdido en la desolación.
Es necesario que como sociedad tendamos puentes hacia la comprensión y la unidad, cuya existencia es un rosario de flagelos en un valle de lágrimas. Urge que nuestros quereres y ser lo que queremos ser, se alcen para dar fuerza a los nadies desvalidos que con su angustia claman los debates por la justicia social, en medio de oposiciones infecundas. Todo ser es y tiene la capacidad de lograr su máximo sentido para la realización de la vida a través de lenguajes de paz, donde la palabra cobra vida, se vuelve subversión creadora para construir ese nuevo horizonte que modele la visión y la acción humana. Los lenguajes de la esperanza dan conocimiento y exhortan a salir del laberinto, hacia un camino donde el cambio nos espera con amor social.
El ser evoluciona en la búsqueda de ser, en la búsqueda de su libertad de ser, en la búsqueda del sentido humano, en la búsqueda de un ser que el espacio y el tiempo dibujan hacia una verdad histórica, asumiendo roles como sociedad que trasciende, formando políticas y formas de vida. La filosofía y el humanismo, sin chocar generan en el hombre una concepción de asombro cósmico. En el humanismo cabe la libertad y la esencia de ser y en especial el pensar libre que conduce a encontrarse con la verdad social. Este encontrarse hacia la verdad indica aprender a pensar con buen juicio y con conciencia colectiva, con acciones de cómo el mundo se vuelve un lenguaje como forma de vida, lenguaje que da identidad, reconocimiento y marcos conceptuales de comprensión. Solo sabemos y comprendemos lo que nos pasa cuando perdemos la realidad, y ello nos conduce al abismo de la imperfección, donde la identidad desaparece como la paz. Vivimos jugándonos el sentido de la vida, y en ese conducirnos, vorágines voraces nos interpelan, dejándonos a la deriva ante el destino y las sensaciones vagas que se esfuman por si solas.
Como seres en búsqueda de sentido, orientamos el cambio, la revolución de la existencia hacia el juicio social crítico con una ética de paz. Muchas veces hablamos de libertad sin entenderla, nos confunde su necesidad, Aquí, el sentido categórico es la libertad con sentido de justicia y de compromiso, centrada en el orden, en la cooperación de administrar sin dividir, porque la división conlleva a destruir. La decepción está más bien la arrogancia de quienes quieren gobernar desde otras latitudes, y eso es una afrenta al país, a sus gentes, es una inoperancia orgullosa. Sentir la vida es gestión política, donde todos al unísono debemos pensar país, comunidad, pueblo.
El hombre en su existir, está para darse como tal y en ese entremés, darle al otro un contexto de unidad para que participe en la tarea de una remodelación social. Es de apuño verdad que la existencia humana se ha convertido en un atropello al otro, como personas, somos seres de asombro emotivo perdiendo así la razón conduciendo como el Yo perdiendo la soberanía sobre nosotros mismos, haciéndonos tiranos, grave juicio para desviarnos del camino de la trascendencia. La búsqueda de la trascendencia es ubicarnos en el umbral de la consistencia y el concepto vida que nos exige que debemos pensar, leer, escuchar y ser con ilusión en el libro diario de nuestra existencia.
Es de suyo pensar siempre en la libertad como única clave humana, pero no olvidemos que la libertad no se da en la amplia dimensión, pue aun su existir, siempre estamos llenos de esclavismos de variadas naturalezas, de limitaciones, en continua guerra para seducirnos, para apartarnos de nuestro compromiso, Trascender implica entereza, voluntad, juicio, pues si nos dejamos llevar por los goces, supremacías y satisfacciones seductoras, caemos en el abismo de la tiranía. Que somos ante el sentido de la vida ¿Somos lo que hacemos y queremos, nunca lo que prometemos Todo hacer se puede convertir en un intangible si no obramos con sensatez, con sentido común, juicios creativos?, siempre pensando en el sin voz, en el otro que vive atado a la seducción moral, civil y ética. Es hora de cambiar nos lo recuerda Edgar Morin. Un futuro impredecible nos aguarda……
Fe y ser de espíritu, instan para recuperar el rol de ser, que por lo general vive perdido en las nebulosas de la búsqueda desesperada del existencialismo y la confusión evangélica. El verdadero templo de la fe no habita en un recinto material, sino en el interior del hombre, que por sus acciones irracionales se ha convertido en un promotor de muerte y desamor. Si, la fe es débil, la devora la llama del absurdo de tal manera, que ninguna agua la apaga. La muerte es el encanto del desencanto, de la vida que demuestra la pequeñez, vanidad de vanidades, pues todo es vanidad. Puntos de inflexión se entrelazan en nuestras vidas dispuestos a buscar sentido de vida y en ese interregno respondemos con retos a la problemática humana que, con el tiempo vital y la historia, generan crisis, caos y otros conflictos propios del desarrollo humano.
Vivimos como exilados. Las fuerzas de quienes seducen a los pueblos atrapan, sometiendo a la comunidad desvalida a ser un desplazado por el mundo quedando sin atributos para darle sentido a sus vidas, cerrando caminos con muros u otros obstáculos infernales o a través de los ejércitos. Vivimos pues en un mundo para los poderosos. Tiempos y espacios se encargan de hacernos ver las realidades que desaparecen in infinito. Sin retorno. Vivimos de percepciones imaginarias, de las opiniones callejeras, verdaderos sofismas de distracción, y esto porque tenemos una sociedad que no lee, no investiga y por lo regular sus fuentes son aquellos necios generadores de noticias falsas y opositores y medios de comunicación adictos a desorientar fijando posiciones destructoras.
Nuestra patria es el mundo, por ello el sentir la vida es el sentir lo que le sucede al mundo cuando la doble moral apasiona por la carencia de unidad de criterios, de salirse por la tangente en las diversas actuaciones, por la incapacidad de aceptarse como ser en la línea de sus actos de vida. Gaguear es el tono del lenguaje ya universalizado cuando no se sostiene la palabra y se quieren eludir posiciones. Hoy nadie es culpable de nada ante la modalidad impune que no acrecienta la evolución humana en su dimensión ética, moral y praxis de la instrumentalización que ha perdido la directriz de la disolución de barreras que frenan la evolución.
El hombre en su sentir la vida, está acelerando ya el apocalipsis planetario con su poder, dominio y destrucción irracional acabando con la naturaleza y el hombre mismo. En la medida en que el planeta sucumbe, difícil es buscar sentido a la vida y no sea que cuando el planeta se hunda, se inicie cavar su tumba, aunque Canetti nos dice…, Ninguna muerte acaba…. El devenir de la vida está eclipsado en un mundo en llamas que consume el planeta. Aun así, la fuerza vital nos imprime el carácter para seguir la lucha para el cambio, para ser, perdiéndonos en ciertos momentos oscuros en pensar ser mientras se queman las conciencias por el ir y venir de fracasos que danzan llenos de cuestionamientos y fe de erratas.
En las conciencias moran ideas llenas de la rebeldía social, que, en medio de la sociedad revolucionaria, en los escenarios de las calles dejan oír sus voluntades, sus dolores, mientras los recuerdos avivan sus esperanzas de cambio en un pensar que navega entre las paradojas del desconcierto. Siempre presentes en el pasado y el presente histórico. Vayamos tras el libro no de las armas, vayamos tras el lenguaje prolífico de un sentir las palabras que transportan vida en una poética de paz, donde entendamos la razón conductora de la filosofía de lo divino y lo humano al son de cantos de rebeldía con la fuerza de vencer para un existir sin violencia.
La efímera libertad emancipada. Se vuelve utópica también al medir el espíritu y la autonomía, porque como al creernos que nos conducimos, ese sentir no existe, la invasión social y sus leyes impopulares por lo regular, nos someten, entra en juego las presiones seductoras, vacíos, falacias del poder. No somos, nos hacen ser.
Las reflexiones buscan el escenario respetuoso de los que tienen sed de ser y de vivir el cambio, en un mundo incierto, pero muchas veces olvidan al indiferente, bajo su sombría mascara. Buscamos seres, hombres de justicia, de humilde sentir que bendigan, no que se llenen de eufórico orgullo, que temen abrir sus corazones, porque le temen al cambio. Vivir y buscar el sentido de ser, es estar en el círculo de los que tienen propósitos de transcendencia., donde al decir del sabio, es una negación que garantice un pensar en el destino donde fluyan potencialidades de vida que ofrezcan nuevas miradas sobre el mundo, cerca de nosotros y aun en la distancia…….
Sentir la vida no es una sucinta revisión evolutiva, abarca una universalidad de la vida humana, pues el mundo está interconectado, compactado en una estructura cósmica, activa, de gestión y de incumbencia planetaria. Rotamos el desarrollo de la vida, inmerso en una cadena geopolítica que permite que estemos alinderados, sin obstáculos, basados en círculos concéntricos de la conciencia y la razón. Solo nos afecta los pesos y contrapesos de lo que sabemos, cuando perdemos el rol de la realidad, desconcierto que nos conduce al abismo de la imperfección que nos sucumbe, ante el panorama Inter espacial del horror cósmico que empieza a dar sus primeros pasos hacia nuevos espacios de vida.
Con imperfección humana, la libertad responsable, nos exige, no obstante, el sentir del eclipse de Dios, interpretado según la fe personal, debemos asumir presiones y conductas en los cambios del giro humano y social. Hoy nos debemos gobernar y gobernar el mundo, y en este designio terrenal, la vida se potencia como un gran todo para reubicar la gestión del cambio, con una versión moderna de equilibrio con vertientes dispersas de centralidad y federalismo… Es principio, hoy en praxis, la gobernanza que fluye por el país, generándole a las comunidades sentido de vida. Sentido de cogobierno participativo que nunca habíamos tenido.
La enfermedad social y política que invade al país es la sórdida ambición y la nefasta envidia con un orgullo radical, donde el trio cabalga eufórico destrozando con la corrupción el devenir del país. Eso mata el sentido de un país que invita a la integración con todos los poderes políticos y económicos, que hoy con visos de unidad social, viven la esperanza y el encuentro fraterno y pluralista de un entendimiento con amor social. Porque capital social y humano con país a bordo y un gobierno de cambio conforman la idea de un escenario para la paz que desde otrora venimos buscando.
Digamos con humildad que el sentir la vida debe ser la premisa extendida a todo el tejido social de nuestros pueblos, donde empresarios, trabajadores, gobernantes y comunidad se enlacen con principios de ética y deontología a trabajar sintiendo la vida de cada ente y su grupo, dándole sentido a esos mensajes de Misión y Visión que hoy hacen presencia en nuestras instituciones como línea de transformación y cambio. Las instituciones sociales, sujetos de gobernanza han pervertido su objeto y el mensaje del Jesús evangélico. Gólgotas y calvarios reviven en la historia, Gaza, Ucrania Rusia, Haití, África, América entre otros, al lado de Sanedrines ávidos de condenar inocentes y de Jueces que como siempre se lavan las manos pues la conciencia les acusa y a otros los convierte en serafines de la negación de los derechos.
Sentir la vida, y tener sentido de vida, nos conducen en un discurso y un lenguaje subversivo, y humano, bajo el umbral de un mundo complejo, con la aun esperanza, donde un viacrucis de amor traza sendas de vida formativa para pueblos presa de los más grandes conflictos, pero una democracia herida nos llama a la lucha fraterna. El hombre del mundo que se endiosa entre desarraigos llega con Fe de patria y un recio humanismo. Con la nueva versión de cambio absoluto y trascendente, con el pueblo que ansía vivir crea caminos de resurrección.
Vivimos sin Dios, ante la muerte que le dimos y aun seguimos haciéndolo. Hemos perdido los valores y los principios, por lo tanto, debemos aprender a vivir, a trascender. En este transitar luchas muchas se nos dan para llegar al cambio, ante los hechos que nosotros mismos construimos bajo una libertad irresponsable. Cuestionar nuestra vida es parte del existir a la luz del devenir de los valores, que hemos cambiado por el odio y la actitud de los sujetos de la sociedad, pública y privada, que han vivido instrumentalizando sus actos.
El poder y dominio de gobernanzas cuyos jefes dinosaurios nos han llevado a ser países emigrantes y desplazados, perdiendo la garantía de un futuro próspero. Esos reductos gobiernos del pasado, débiles, conformistas, statu quo que deben inhabilitarse por su anacronismo, se van acorralando por su incompetencia, por su inutilidad, y desde sus potreros siguen bramando entre atajos sus caducos ideales, que la sociedad se tiene que tragar. Vanilocuos, necios y mentecatos tejen sus vidas parlamentando como fieras enjauladas, destruyendo ideales de una justicia social, porque perdieron el sentido de la vida, que pierden porque el yo les impide amar al otro
*Las opiniones expresadas en este artículo de opinión son del autor y no de SOACHA ILUSTRADA.