Entre la utopía y la frustración

Por Ángel Humberto Tarquino

A pocos días de cumplir el final del primer periodo legislativo de 2024, el gobierno nacional del Pacto Histórico ha encontrado un camino más lleno de dificultades que de oportunidades para su aprobación en la totalidad de los proyectos presentados y debatidos, razón por la que es necesario en esta reflexión preguntarnos ¿hasta dónde se tenía estimado en los cálculos del nuevo gobierno la posibilidad de lograr la aprobación de las reformas en un escenario políticamente desfavorable?

Lo que no se estimó de manera realista ni se previó en esa proyección sería la férrea y violenta oposición que despertaría en todos los sectores de la derecha y el centro, que con el paso de los días y el conocimiento de los contendidos de las reformas han radicalizado sus posturas que en principio suavizaron para buscar tener alguna representación en el nuevo gobierno.

Las elites económicas y políticas cerraron filas a través de sus representaciones políticas en un poder legislativo carcomido por la corrupción y el desprestigio como se desprende del creciente número de congresistas involucrados en alianzas criminales que son objeto de investigación de la Fiscalía, la Corte Suprema, la Comisión de Acusaciones, y los organismos de control.

Peor aún, el gobierno del Cambio no solo no estimó sino que también subestimó la metódica y sistemática estrategia de la prensa alineada sin recato ni vergüenza a los intereses corporativos del capital y la defensa explícita de las tesis políticas e ideológicas de los sectores retardatarios y reaccionarios del establecimiento.

Mientras tanto, las elites de las fuerzas armadas corruptas en las que numerosos integrantes de todos los niveles de mando, salieron en defensa de sus privilegios obtenidos irregularmente se alinearon al lado de los sectores de la derecha en algún momento quisieron pescar en rio revuelto queriendo generar las condiciones para un golpe de estado.

El nuevo gobierno subestimo también el alto apoyo con el que aún cuentan las elites políticas corruptas de una masa social amorfa y altos niveles de analfabetismo e ignorancia política, que ciega y dócilmente admiten como verdades las mentiras y los engaños que reiteran quienes han detentado el poder a través de los medios escritos y que hacen virales y los vuelve verdades en las redes sociales.

Se pensó ingenuamente que las elites políticas corruptas de Colombia estarían dispuestas a aceptar de buena a primeras los cambios que en la campaña política prometió el candidato del Pacto Histórico, y se cruzaría de brazos mientras el nuevo gobierno empezaría por primera vez en la historia colombiana a introducir reformas básicamente de carácter liberal y popular aplazadas durante décadas.

A esas reformas que en el debate electoral y luego en los dos primeros años de gobierno han querido hacer ver de todas las formas y por todos los medios como estatizadoras, las retrogradas generaciones de castas y elites tradicionales que fueron acomodando a sus intereses de clase las normas y las instituciones se apoyaron en el reclutamiento de una burocracia estatal servil y apátrida, haciendo de los recursos públicos su caja menor, hoy se oponen rabiosamente a que se produzcan cambios en la organización del Estado para ponerlo en función del bienestar y no solo exclusivamente a sus poderosos intereses económicos y políticos

La nueva utopía ha sido creer que tan necesarios cambios se pudieran llevar a cabo a través de una propuesta de gobierno amplia, plural e incluyente de acuerdos, consensos y compromisos que las elites económicas y políticas nunca han sabido honrar, cumplir ni respetar

Como si fuera poco, además, el nuevo gobierno dio papaya con los controvertidos escándalos en el entorno del presidente, su familia y la conformación de un gabinete que resultó oneroso para la confianza y credibilidad del gobierno y frustrante para el electorado y millones de colombianos que habían desarrollado un alto nivel de expectativas con los anunciados cambios, pero a los que no le habían brindado su apoyo al nuevo gobierno.

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