De acuerdo con los autores de un nuevo estudio, la ‘memoria‘ de las células recuperadas les permitiría seguir neutralizando la infección durante un largo tiempo y con mayor eficacia que la de los propios anticuerpos.
El número de células inmunitarias que ayudan a defenderse del coronavirus podría disminuir a un ritmo lento, por lo que estas permanecerían durante un largo tiempo en el cuerpo de la persona curada de la infección, sostuvo un grupo de científicos en un trabajo prepublicado esta semana.
La investigación, que analizó los casos de 185 pacientes con covid-19, mostró que ocho meses después de padecer la enfermedad, la mayoría de ellos tenían suficientes cantidades de células inmunitarias para seguir combatiendo el virus. Además, sugirió que quienes tenían algún otro tipo de coronavirus podrían portar ciertas células inmunes hasta 17 años después de la recuperación.
«Esa cantidad de memoria podría evitar que durante muchos años la mayoría abrumadora de las personas contraigan una enfermedad grave que requiera hospitalización«, declaró el virólogo Shane Crotty, del Instituto de Inmunología de La Jolla (California, EE.UU.), quien codirigió el estudio.
Este trabajo prosigue la senda marcada por una serie de investigaciones científicas recientes sobre la ‘memoria‘ de las células que han contraído y vencido el coronavirus. Por ejemplo, los inmunólogos de la Universidad de Washington han sugerido que este tipo de células persisten en el cuerpo al menos tres meses después de la enfermedad. Otro estudio apuntó que las personas recuperadas del covid-19 poseen poderosas células inmunes, incluso cuando no es posible detectar anticuerpos.
En los últimos meses surgió la opinión de que la disminución de la cantidad de anticuerpos podría llevar a que la inmunidad al coronavirus desapareciera en pocos meses. Sin embargo, los mencionados hallazgos científicos llamaron a no olvidar que los anticuerpos no son el único elemento del sistema inmunológico. Aparte de ellos existe un fenómeno llamado ‘inmunidad esterilizante‘, que se produce cuando las células mismas continúan recordando el virus, lo que les permite prevenir enfermedades con más frecuencia y eficacia que la de los propios anticuerpos.