Cuando se acercan las elecciones, decía con humor un amigo, aparece en Colombia una nueva ocupación: Ingeniero Electoral, una manera de señalar que llegó la temporada de las interminables cábalas sobre cómo se repartirán los votos y quiénes serán los ganadores.
A estas alturas, todo indica que las elecciones se polarizarán en tres coaliciones que escogerán sus candidatos a la Presidencia en las consultas en marzo próximo, en simultánea con las votaciones al Congreso, candidatos con los que irán a las elecciones de mayo de las que saldrán dos, que en junio competirán por la jefatura del Estado.
Para una mejor comprensión de lo que podrá ocurrir es mejor empezar el análisis por lo que pasará en junio, en la segunda vuelta presidencial. Si se hace una observación equivocada de las encuestas y de lo que dicen los interesados de que así parezca, Gustavo Petro estará en la segunda vuelta porque, arguyen, ahí estuvo en 2018 y hoy aparece como el candidato con más respaldo entre los encuestados.
Pero si esa cábala no resiste ni el menor análisis, ¿por qué aparece? Porque la crean los que les conviene que eso piense la gente, sean amigos de Petro o de uno de sus contradictores. En eso andan los partidarios del caudillo porque así entusiasman al petrismo para se esfuerce en aumentar su cauda. Y el duquismo, es decir, el uribismo más los otros partidos con que se reparten la alta burocracia, pues así presionan a sus amigos a moverse más, para lograr la jugadita que los llevó al triunfo en 2018, cuando ayudaron a poner en la segunda vuelta a quien consideran más fácil de derrotar porque generaba mayores resistencias entre los colombianos, verdad que confirmaron los hechos.
La certeza de Petro en la segunda vuelta, además, no la puede certificar ningún buen ingeniero electoral, dado que las cifras no cuadran. Veamos. Petro pasó a la segunda vuelta porque le ganó a Fajardo por apenas el 1,35 por ciento de los votos, diferencia de apenas 261 mil, producto del 23,73 contra el 25,08 por ciento del total de los sufragios. Y esta pequeñísima diferencia se explica por una razón fundamental: la Coalición Colombia no hizo consulta para escoger candidato presidencial en las elecciones del Congreso de 2018, con lo que Fajardo quedó por fuera de la lucha política presidencial durante meses cruciales, en tanto Petro y Duque, con sus consultas, se dejaron ver y acrecentaron su cauda.
En esta ocasión habrá por lo menos tres consultas. La del duquismo, la del petrismo y la de la Coalición Centro Esperanza, que es la Coalición Colombia de 2018 reforzada con nuevos contingentes de importancia –además de los verdes y los polistas que estuvimos con Fajardo en esa ocasión–, como los que aportan Humberto de la Calle, Ingrid Betancur, Juan Manuel Galán, Alejandro Gaviria, Juan Fernando Cristo, la Asi y Colombia Renaciente, fuerzas que suman bastante más que el escaso contingente nuevo que ha podido reclutar Petro, tan pequeño que no le garantiza pasar a la segunda vuelta. Y porque si bien Petro aparece de primero en las encuestas de este año, lo hace con iguales o menores porcentajes que los de hace cuatro años, los cuales –no olvidarlo– solo le dieron el pase a la segunda vuelta por el uno por ciento de los votos, de donde se concluye que es relativamente fácil de vencer.
Es seguramente por estas estas verdades que validan los hechos y las cifras, incluidas las encuestas, que Petro anda buscando socios con tan escandaloso desespero.