Jürgen Habermas es uno de los filósofos vivos más importantes del munto. Llamado el “defensor de la modernidad” y el “maestro de la comunicación”, a sus 90 años, este pensador todavía tiene mucho que decir.
El filósofo y sociólogo Jürgen Habermas es uno de los pensadores más influyentes de Alemania y de Europa. Este 18 de junio cumple 90 años, y todavía sigue siendo aquel «buscapleitos de la Escuela de Frankfurt”, como lo llamaron alguna vez los medios. En septiembre de este año se publica su nuevo libro, «Auch eine Geschichte der Philosophie” (Otra historia de la filosofía), en dos tomos y de 1.700 páginas en total que, según la editorial Suhrkamp, cuenta cómo se desarrolló el pensamiento humano desde la antigüedad.
«Historia y crítica de la opinión pública”
En toda su obra, Habermas siempre ha tratado los temas desde la perspectiva de la totalidad, y siempre está dispuesto a discutir y a tomar posición acerca de esa perspectiva. Lo que lo mueve es la pasión por mostrar la interacción entre la reflexión filosófica y la intervención intelectual. Es uno de los pocos intelectuales alemanes que expresan su opinión acerca del desarrollo político. Ya su tesis de habilitación, «Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública” (1961), es considerada un hito hasta hoy. Según Habermas, la «esfera pública” es una «categoría histórica”, y señala que no se habla de «opinión pública” sino hasta comienzos del siglo XVII en Inglaterra, y a inicios del siglo XVIII en Francia.
Un impulsor de la generación del 68
Jürgen Habermas nació el 18 de junio de 1929 en Düsseldorf, y vive actualmente en Starnberg, Baviera. Este pensador es considerado el continuador de la Escuela de Frankfurt, con filósofos como Theodor Adorno y Herbert Marcuse, y de su Teoría Crítica. Sus intereses abarcan el análisis de la racionalidad, del sujeto, los regímenes políticos, la democracia, la modernidad y la dialéctica, entre otros. El trabajo de Habermas ha estado dirigido a explicar y a superar las contradicciones entre los métodos materialistas y trascendentales, enfocándose en una nueva teoría crítica de la sociedad. También a retomar la teoría social marxista teniendo en cuenta las posturas individualistas, centradas en torno al análisis de las relaciones entre los fenómenos socioculturales, psicológicos, y la estructura económica de la sociedad moderna.
Se doctoró en la ciudad de Bonn con una tesis sobre el filósofo Friedrich Schelling. En 1964 asumió la cátedra de Filosofía y Sociología en la Universidad de Frankfurt, en la cual ejerció la docencia hasta 1971, y fue inspiración de muchos de los protagonistas de las protestas del 68. Sin embargo, Habermas criticó abiertamente la radicalización de ese movimiento. En su obra fundamental, «Teoría de la acción comunicativa” (1981) el filósofo sentó las bases de una guía práctica para la sociedad moderna. Según su teoría, las bases de las normas que hacen a una sociedad están en el lenguaje, que es un medio de entendimiento que posibilita actuar en la sociedad.
Habermas cree en el poder de la comunicación y de su importancia para una vida en democracia. Su estilo elegante y su compromiso con su tiempo lo convirtieron en un pensador sin el cual Alemania no sería lo que es. Es un filósofo político por excelencia. Creció bajo la sombra del nazismo, y esa experiencia lo marcó de por vida, y selló su obra por siempre. ¿Cómo pudieron suceder los crímenes nazis? ¿Cómo se pudo llegar tan lejos? ¿Qué les pasó a los alemanes en 1933, que votaron por un furioso y vulgar antisemita como Hitler? Y sobre todo: ¿cómo se puede evitar que vuelva a suceder algo así?
Esas cuestiones son el punto de partida de la filosofía de Jürgen Habermas, las que lo inspiran a crear modelos complejos de comunicación, a esbozar sistemas públicos y mecanismos con los que los miembros de una sociedad pueden ponerse de acuerdo en cuanto a sus diferentes intereses y consensuar una forma de vida en sociedad. Ese concepto de «consensualización” era desconocido en la Alemania de posguerra. Habermas se ocupó de dejar en claro que los alemanes no debían recibir órdenes, sino actuar e intervenir en la vida pública, formular sus puntos de vista y abrir debates sobre los temas que les preocupaban, con el objetivo de hallar, al final del camino, un acuerdo para vivir en una sociedad abierta y democrática.
Original Deutsche Welle
Junio 18 de 2019