El Centro Cultural de Soacha se inauguró una mañana de noviembre de 1997, ese día Jorge Ramírez Vásquez, el alcalde de ese momento, entregó a la comunidad un edificio que en corto tiempo se constituyó en el eje cultural del municipio.
Con el Centro Cultural de Soacha por primera vez el municipio contaba con salas para desarrollar actividades culturales permanentes y con un componente fundamental con el que se han organizado prácticamente todas las Casas de la Cultura en el país, la Biblioteca Pública Municipal.
Su construcción contó con la financiación del Fondo de Cofinanciación para la Inversión Social FIS, que aportó alrededor de 435 millones para su construcción, suma que correspondía al 80% del costo total de la obra, el 20% restante lo aportó la Administración municipal, siendo el alcalde Jorge Ramírez quien se encargó de terminarlo y de dotarlo.
El lugar escogido para su construcción fue el denominado “Parque el Turista”, terreno del municipio en el cual por mucho tiempo funcionaron casetas de venta de comida y fritanga. Su construcción fue accidentada, como casi todo lo realizado por la administración municipal. La edificación tuvo que ser demolida por graves problemas de diseño y cimentación. También sufrió un incendio que inexplicablemente destruyó documentos del archivo de la Alcaldía, cuando en ese momento se investigaba al alcalde de turno.
A pesar a que el municipio de Soacha se comprometió a destinar esta edificación exclusivamente a la cultura del municipio, esto no se cumplió, en 1997 la Secretaría de Educación deambulaba en arriendo por varios edificios privados y en instalaciones no aptas para la atención de público, por tal razón, un grupo de padres de familia solicitó al alcalde que se le diera provisionalmente un espacio en el Centro Cultural, hoy, la Alcaldía y la Secretaría de Educación coactaron la mayoría de instalaciones con oficinas para funcionarios, violando el acuerdo firmado con el FIS en el momento de su financiación.
Desde el momento de su inauguración y en solamente tres años se logró con trabajo, dedicación y el apoyo directo de Wilson Darío Cabra, alcalde municipal de esa época, consolidar no solo la edificación como eje central de la actividad cultural del municipio, sino que además se constituyó en ficha clave de toda una política cultural que aun hoy es base de las actividades culturales que se llevan a cabo.
En su momento en Centro Cultural adelantó innumerables exposiciones de arte, dos exposiciones por mes con una asistencia de aproximadamente 6.000 personas cada una, hecho envidiado inclusive por cualquier galería comercial, en sus salones ensayaban permanentemente grupos de danza, Gedam y Amanecer Colombiano estructuraron allí parte de sus espectáculos que les dio fama a nivel nacional, igualmente grupos musicales y de teatro, escritores, poetas y fotógrafos utilizaron sus instalaciones sin restricción de horario y sin ningún costo.
La creación de la Biblioteca Pública superó años de atraso en el área, a diferencia de otras ciudades y municipios que luego de varias décadas en que empezaron su actividad cultural progresivamente fueron ampliando los espacios, hasta consolidar la biblioteca municipal, en Soacha esto no sucedió y la administración de Jorge Ramírez entregó a la comunidad una biblioteca que auguraba el olvido a épocas de abandono y limitaciones.
En el subterráneo se construyó el archivo municipal, lugar donde se clasificó rigurosamente algunos de los documentos oficiales que reposaban perdidos en los despachos públicos municipales.
El apogeo máximo llegó con el Festival de la Cultura y de la Ciencia, el evento cultural más importante en la historia del municipio, la primera edición contó con la participación de 5.000 estudiantes, la segunda 15.000 y la tercera 45.000, cifra solo lograda por ciudades capital de departamento. Por primera vez los estudiantes de colegios públicos y privados pudieron conjuntamente mostrar y participar en concurso de música, canto, teatro, danza, pintura, poesía, cuento y novela, además realizaron muestras de ciencia que fue visitada por innumerables colegios durante los días que duro el evento.
Decadencia, abandono y cambio de nombre
En el 2001 con el cambio de gobierno se acabó la primavera, se posesionó nuevamente Jorge Ramírez Vásquez y el Centro Cultural entró en la más completa decadencia, desde entonces cada alcalde posterior, con sus nombramientos y decisiones ha sumergido al Centro Cultural en un mar de burocracia y corrupción.
Pero la irregularidad más notoria fue la realizada por el alcalde José Ernesto Martínez y su secretario de Educación Juan Miguel Méndez, quienes de manera dictatorial ordenaron el traslado irregular de la Biblioteca Pública del lugar establecido para su funcionamiento, espacio diseñado desde antes de la construcción del Centro Cultural con incluso un área reservada para instalar la hemeroteca municipal.
Sin consultar al Concejo Municipal, ni tampoco al Concejo de Biblioteca, organismo asesor creado por Acuerdo municipal, trasladaron allí a todo su numeroso equipo de funcionarios y abogados que conforman la Secretaría de Educación.
Como no hubo dentro de la administración municipal un funcionario que se le opusiera, no contentos con eso, determinaron ocupar los espacios donde funcionaba la Dirección de Cultura para instalar allí la mega oficina del Secretario de Educación.
Hoy es tal la insignificancia del Centro Cultural que inclusive hasta sus mismos usuarios y funcionarios de la alcaldía lo denominan como Casa de la Cultura, casa que en realidad nunca existió en Soacha.
Una muestra patética de la falta de interés y menosprecio por la cultura de los miles de habitantes de Soacha, es el lugar destinado para el auditorio, el cual permanece completamente abandonado tal como se dejó hace 17 años, cuando en la administración del alcalde Cabra se efectuó una feria del libro.
Es triste ver como uno de los edificios más hermosos de Soacha y de Cundinamarca, se ha convertido en un ente, inoperante y burocratizado, que no ofrece ningún servicio cultural importante y relevante a la sociedad soachuna y en especial a los grupos y gestores culturales del municipio.
Hoy el edificio sin mantenimiento, presenta un estado total de abandono, sus techos sin los cuadros de drywall, sin luces, sus pisos levantados y sus salones que cumplen funciones administrativas totalmente diferentes para las que fueron construidos.
Hace varios meses el edificio sufrió la caída de una parte de su techo, en su momento se pensó que la caída del techo del edificio era un campanazo de alerta para que la administración municipal y los entes de control, empezaran a arreglar el caos y el desbarajuste institucional en que se encontraba sumido. Hoy a contrario sensu podemos decir que el tiempo pasado fue mejor.
Por Henry Barbosa
Diciembre 30 de 2015