Iván Duque cumplió 100 días al frente de Colombia y todavía no encuentra una explicación razonable al desplome de popularidad que sufrió en tan poco tiempo. Como si su país, amante del protocolo y de las buenas formas, ya no respetara la cortesía con el nuevo presidente y olvidara el período de gracia del que sí disfrutaron sus antecesores.
El líder derechista de Centro Democrático contaba en septiembre con una popularidad del 53,8%, avalada por su contundente triunfo en las presidenciales de junio, adornado por su carisma moderado y su preparación económica en organismos internacionales. Dos meses después, solo cuenta con el 27,2% de apoyo, según la última encuesta de Invamer.
Es una caída rápida y espectacular, nunca antes vista. El índice de rechazo se eleva hasta el 71,3% en Bogotá, escenario en las últimas semanas de las manifestaciones estudiantiles en demanda de mayores fondos para la enseñanza pública.
Estas protestas, salpicadas por capítulos de violencia y que provocaron el colapso de la ciudad en varias ocasiones, explican parte del malestar de un país donde solo el 20,9% cree que las cosas van por buen camino. Pero el verdadero calvario presidencial se llama reforma tributaria, en especial uno de sus puntos centrales: el aumento del IVA al 82% de los productos básicos de la canasta familiar.
Duque no tardó un minuto en ponerse manos a la obra para recuperar la iniciativa perdida. «Me voy a remangar y me voy a meter directamente en el debate, porque me interesa que Colombia gane. Aquí lo que debemos buscar es que los colombianos salgan victoriosos en diciembre y podamos decir que logramos el financiamiento para los programas sociales«, adelantó en una entrevista radiofónica.
El gobierno calculó que necesita aumentar sus ingresos para enfrentar los 4600 millones de dólares de déficit fiscal y para llevar adelante sus programas sociales. No contaba, sin embargo, con que la nueva suba de impuestos cayera como una bomba en el país, incluida la clase media y parte de su electorado: el 80% de los encuestados la rechazan de plano, según el mismo sondeo.
Culpas
El Centro Democrático achaca los problemas económicos de Duque a la gestión de su antecesor Juan Manuel Santos, que, por el contrario, recibe ahora más apoyo popular que durante su mandato. «Duque recibió un país quebrado, incendiado, con un vandalismo aterrador«, justificó el senador Álvaro Uribe, su padrino político.
Más allá de las cuentas públicas, las altas expectativas con las que fue recibido el triunfo de Duque se volvieron en contra de él en solo 100 días, intuyen los analistas.
«El desplome de legitimidad del gobierno de Duque es literalmente pavoroso”
La corrupción, el desempleo y la inseguridad oscurecen su mandato en medio de la mayúscula diáspora venezolana: más de un millón de ciudadanos del país vecino se han instalado en Colombia, un reto que los servicios públicos no pueden enfrentar sin las ayudas de la región y de países amigos.
Las sombras de la corrupción también mancharon sobremanera al fiscal general, Néstor Humberto Martínez, a quien unos audios dejan mal parado en su posición en el escándalo Odebrecht. A pesar de ello, Duque no da su brazo a torcer y le mantiene su apoyo.
La opinión pública todavía permanece atónita tras la muerte de dos personas, padre e hijo, relacionadas con la red de sobornos de la empresa brasileña de construcción. Jorge Pizano, testigo clave de la investigación, y su hijo Alejandro murieron tras ser envenenados con cianuro. El segundo había acudido al entierro y en el despacho de su padre bebió una botella de agua saborizada que contenía el veneno.
«El desplome de legitimidad del gobierno de Duque es literalmente pavoroso. Si se deja obnubilar por la sinrazón de los dirigentes del uribismo, el país irá a una ruptura antidemocrática violenta o hacia una recomposición democrática. Estamos por la democracia«, dijo Gustavo Petro, excandidato presidencial derrotado por Duque.
La receta de Duque para detener la caída y remontar el vuelo está basada en más trabajo, humildad, sentido autocrítico y una mano tendida, según repitió ayer ante los medios y los estudiantes, llamados a participar en una mesa del diálogo. «No soy su antagonista«, insistió el mandatario, que asegura que el presupuesto asignado para Educación es el mayor de la historia.
Daniel Lozano – lanacion.com
Noviembre 17 de 2018