Hace muchos años, se jugaba el torneo de futbol interno que cada año congregaba a todas las secciones del en ese entonces el periódico más importante del país, me refiero a El Tiempo.
Por la calidad de los jugadores (algunos habían sido jugadores de futbol profesional), la rivalidad entre dependencias y por amor al juego rey, el torneo era la actividad deportiva más importante que realizaba el periódico para sus empleados.
Un domingo se enfrentaban dos quipos favoritos, Publicidad de Felipe Santos Calderón y Redacción A de Rafael Santos Calderón, ambos equipos con el empate clasificaban al cuadrangular final.
Los observadores del encuentro, en su mayoría jugadores de equipos rivales que esperaban también clasificar, notaron con extrañeza como ninguno de los dos equipos se atacaban como tradicionalmente lo hacían dado la calidad de jugadores que ambas escuadras tenían (ese día ni Rafael ni Felipe asistieron al partido).
El resultado final fue un lacónico empate y ambos equipos clasificaron. El lunes siguiente el suscrito y otros compañeros denunciaron el pacto entre ambos equipos y pidieron la anulación del resultado.
Y ahí fue Troya, inmediatamente se suspendió el torneo, y se iniciaron las investigaciones entre dirigentes, jugadores y testigos. Al final, como no había filmación, algunos testigos se retractaron, varios jugadores entre ellos los periodistas Guillermo Ruiz y Germán Blanco se declararon indignados y calumniados, y sin pruebas, el comité en el que estaban Guillermo Santos Calderón, el jefe de personal y varios compañeros de varias secciones, entre otros, después de varias semanas de deliberación autorizó continuar el campeonato.
Eso fue hace varios años, en una época donde la ética y la transparencia eran importantes y estaban por encima de conveniencias y compromisos, así fuera en torneos de futbol aficionado. Hoy las cosas han cambiado y a nadie le parece ilegal, tramposo, ilícito, indebido y fraudulento, que jugadores de la selección Colombia y del Perú, ante millones de personas que los observaban por televisión olvidaran los principios, valores de respeto y compromiso con la deportividad, todo en aras de lograr una clasificación a un Mundial, al mejor estilo del “todo vale”.
Fue vergonzoso ver a Falcao tapándose la boca para que supuestamente no le leyeran los labios, en una muestra de juego sucio y de deslealtad con las normas y reglas deportivas. Así no debe actuar ningún deportista representante de un país como Colombia.
Un mal ejemplo para la sociedad en su conjunto, donde niños y adolescentes, deportistas, padres, educadores, técnicos, árbitros, ven a estos deportistas como modelos, gracias al comercio de los medios de comunicación que los vuelven héroes y adalides de la idiosincrasia del pueblo, pero que en realidad no son más que ¡Ídolos con pies de barro!
Octubre 18 de 2017