Una idiosincrasia profunda ante un mundo complejo y en crisis.
Por Mariano Sierra
La necedad humana es una existencia sin razón en la vida del hombre y sus instituciones. Un mundo asocial que se sumerge en el silencio donde una sociedad habita sin conciencia de sus propias realidades, es de la esencia de su propio destino inacabado por equivocado, por pretensiones vacías, sin criterios, acéfalo, imprudente, absorbido por la torpeza y la intransigencia. Para el necio, la vida descolla bajo la avidez de sus pasiones, muchas veces con el acompañamiento de la vanidad que se exhorta para llamar la atención vituperada e insolente, como se hace evidente en la mayoría de las instituciones estatales, orquestada en los órganos de control, justicia, seguridad, servicios sociales, medios de comunicación, que dilatan sus funciones, creando verdaderos caos en todo el entorno país.
El espíritu de los necios se rastrea con mediocridad silenciosa, haciendo de sus actos hechos de terquedad sin saber lo que dice o debe hacer, llevando su actuar erróneamente. Saberes, señalan que los necios carecen de discernimiento, que promueven sus posturas bajo condiciones impropias, haciendo que estas sean difíciles de entender, sin objetivos, no midiendo sus contenidos que se caracterizan por su subjetivismo. La necedad humana despliega carencia de sentido común que suele observarse en quienes obran ávidos de poco juicio. Fatuo es el decir de los necios que sus impulsos son aberrantes, porque carecen de ser justos, gustándoles obrar con engaños y mentiras.
Son los hombres necios, los que actúan en contravía, haciendo oposición a todo pues manejan instintos propios de contradicción. Lo que la necedad política destruye, el cambio construye. Por ello, no es forzoso señalar que los necios opositores, son el ejército del capitalismo y de muchos otros movimientos insidiosos, que planean necedades catastróficas. Son los necios, que como dice la poesía…hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, siendo vosotros la ocasión de lo que culpáis…… Bíblicamente el necio no tiene paz interior, carecen de razones para creer. Rechazando lo sobrenatural. El necio no sabe conducirse con buen juicio, sus emociones incontroladas lo llevan a actuar con estupidez, con estulticia, esto es, con ignorancia. La actitud necia aleja al hombre de la razón, de la esperanza y de ser objetivo, volviéndolos turbios y opacos en sus discusiones mentales.
La convivencia es un principio de cambio, ha de ser de sabios de íntegros con visión de futuro, no de necios que se aprovechan de los demás. El necio actúa ante los demás con enojo, burla, desdén, agazapado, huyendo para que no le descubran sus sandeces y felonías. Estudios serios de la necedad humana señalan que ella es propia de quienes carecen de ciertas capacidades, haciendo oposición sin sentido, sin convencimiento, solo se apropian de rabia, venganza, rencor y resentimiento por lo que no han podido desempeñar, ya que su forma de convencer está llena de furor, maldad. Ante la vaguedad de los necios, es de sabio no responder, pues se llega a enfrentamientos líquidos, lejos de razonamientos sensatos., por pérdida del control de sus emociones.
La necedad humana, locura estúpida ante un mundo complejo, desconoce la dialéctica de ser o no ser llevando a choques con el otro, contaminando los ambientes, alterando la métrica de posibles acuerdos apuntando- a matar el amor social y colectivo. Cuando sienten que no les fluyen sus ideas, tratan de acomodarse con inculpaciones oportunistas. Puede pensarse que estos necios se vuelven idiotas útiles del imperio, por ser buenos comodines para ciertos escenarios de poca monta. Los necios son aquellos especímenes de la nada que no hacen ni dejan hacer. Sus tareas se limitan a obstaculizar para favorecerse ellos o a terceros. Valga decir que se arrecia la situación cuando aparen necios opositores, los periodistas que por falta de objetividad azuzan el ambiente.
Como opositores, los necios vulgarizan sus actos porque adolecen del estilo de la verdad, porque sus pensamientos pesados nadan en las aguas estancadas como lo es nuestro congreso. La verdadera oposición es aquella gestión capital, que se articula con ideas científicas, lejos de odios, de lunfardos, que se realza con lenguaje coloquial, cuyos ejes están compenetrados de valores y de gran responsabilidad social y política. Todo pueblo está por encima de la pasión y la emoción de los necios, y en ese devenir, la idea fundamental es la paz, en la que cada uno participa con su profundo mensaje de pensamientos alineados para el cambio. Ir en contracorriente de esos sueños es ser necio, es negar todo sentido de amor a la humanidad, es ir en una contienda para desarticular todo proceso, es estar por encima de partidismos e ideologías que hoy no tienen cabida en un mundo donde el valor de ser, prima en extensión, esto es, ir contra la dignidad humana, desconociendo el amor propio y el apoyo mutuo.
La necedad humana se hace plausible, se hace nugatoria, cuando los actos se confunden, perdiendo la claridad de ser, que se manifiesta con praxis de venganza, de vanidad, de encontrar la materialidad como esencia de vida. El necio es un proveedor que ignora la condición humana, perfilándose como una vergüenza para cualquier grupo social, Saberes descubren en la necedad una aporofia, valga señalar una aversión al débil, al migrante, al perseguido social y políticamente y a los que son discriminados por vulnerables, porque se piensa que ellos perdieron su condición de ser.
Como seres sociales y políticos, nos mueve la responsabilidad de proteger la vida y esa forma de hacerlo está en la lucha diaria, que, al sentir de los saberes comunitarios, la sobriedad es una forma de lograrlo, bajo el principio existir que va en línea de conservar el espíritu humilde de la liberación, fuentes de cambio que nos va proveyendo tiempos y espacios. Desconocer el humano convivir es como declararnos enemigos. La evolución y el desarrollo social nos permite unirnos para cualquier transformación donde el amor es la garantía plena. No es la guerra, ni los poderes y menos los dominios sociales y políticos en cabeza de un neoliberalismo atroz, autor de todo despliegue antisocial con sus tentáculos sistémicos que se intercalan en estrategias artificiosas.
La necedad de los políticos y las elites entrampadoras con los auspicios de unos anacrónicos partidos los que disuelven la pureza de los contenidos sociales, convirtiendo los principios del bien común en amenazas permanentes que debilitan el sistema democrático. Tomar conciencia con raíces de patria y de corazón justo para desbloquear el horizonte de paz es pasar de la acción a una respuesta simple de soluciones, eliminando esas barreras de la necedad humana, que se torna inequívoca para la supervivencia. Dejemos que los necios se bañen en su ignorancia, en su estupidez que, al decir del mensaje del Elogio de la locura, es una forma de rechazar, de amar al prójimo azotado por tantas disyuntivas que deben caer en la extinción.
No más culto a los necios con su mampara de la necedad que viven de engaño en engaño, tratando siempre de hacer leña del árbol caído, esto es, de un pueblo que viene añorando la felicidad, ante la ecléptica dificultad de hallar la vedad del amor. El mundo se viene enfrentando a una de las mayores crisis de la historia, donde la democracia aviva la acción de buscar políticas, a través de sus luchas de expulsión, hacia un nuevo existir. Donde la defensa de la razón afecta la conciencia, el conocimiento y los valores que llevan para alcanzar una sociedad civilizada y justa.
Este panorama, conduce a que la justa acción social, espera la cordura de los grupos oposicionistas que todo lo rechazan con conductas necias y sin sentido. Justa es la oposición, necesaria para el cambio, que debe ser audaz, fundamental, accesible, viable y esperanzadora para el pueblo, donde deben cundir acuerdos de país sin venganza ni odios, con sentido práctico. Miradas lucidas se proyectan en la historia, sin fanatismo, pero con antídotos democráticos, sin rabiosas posiciones que pueden despertar respuestas no gratas, que generan conflictos inútiles.
La necedad humana, una tiranía en línea llena de ejércitos de necios, ha traspasado todos los límites con su predica de oposición bárbara, que evoca violencia, como la única vía. Nefastos esquizofrénicos convergen para bloquear todo cambio, sin amor propio, frágiles de pensamiento, se ahogan en sus pequeñeces de idiotas útiles, cruzando caminos sin senderos, cuales bestias mulares que se ufanan por su terquedad. No es forzoso señalar, que, ante un mundo complejo y una sociedad adictiva a todo tipo de violencias, están llevando al hombre a seguir matando a Dios. Si nos estamos eliminando en múltiples y así mismo lo hacen eliminando la naturaleza y sus sintientes.
El mundo se desdobla por generar ganancias sin control, con la avaricia propia de sus desordenados quereres, seduciendo para crecer sin importar, alterando toda política social. El llamado es aprender a pensar, a tomar conciencia evitando confundir al pueblo con el pueblo, donde tantas falacias se tejen confundiendo las ideas con sus emociones, además fanáticas. Un alto en el camino es el llamado fraterno, porque a todos nos interesa el bien del pueblo, reivindicando el sentir intelectual, porque nos enceguecemos por capricho con actos soeces en unos debates disque políticos, donde el diario acontecer se ha vuelto una guerra verbal, atacando la dignidad y los valores, jugando con el sentir social de la comunidad, que espera sea representada según la democracia, pero lo que se hace es jugar con sus sentimientos y por eso se paga.
Donde quedan los juramentos. Que desgracia. Eso es lo que somos. Poca cosa. Dostoievski sabia y humanamente dijo…Cada uno de nosotros es culpable de todo. Ante todos y yo más que nadie…. Yo pregunto … Que es lo que nos constituye SERES HUMANOS ¿yo respondo…. Ser humano es ser consciente, lucido, previsto de criterio y pensar libre para juzgar, para legislar, para gobernar. El hombre en sí es un ser seductor con la idea fija en la atracción del otro para obtener sus fines con sus juegos de tronos, proyectando con sus ideales propios, el cinismo utilizando lo material para no olvidar el principio colonización, sin pensar que todo lo que acumulamos es pura bazofia porque cuando dejemos de respirar se vuelve fortín de guerra, batallas jurídicas.
Llenémonos de hambre por el cambio y no de pugilatos donde se enfrenta la democracia contra la democracia con etéreas posturas que agrandan la tragedia del hombre, del cual todos esperamos su inteligencia para conseguir paz social. En donde queda la cultura, la educación y la formación interior que se supone hemos recibido en nuestro existir familiar y social y político, que combatimos con hipocresía y cinismo político, avalado con sofismas de distracción. ¿
Nuestros legisladores hablan de liberaciones, cosa inverosímil, cuando estos necios personajes ni si quieran han hecho nada para despojarse de los mayores vicios que le asisten, que los ahogan. Donde está la verdad que pregonan en los debates que emulan con calor en defensa del pueblo. Simples canalladas, cortinas de humo para demostrar su representatividad. Legisladores… Acuñen todo este florido devenir, con corazón de carne. Y no más mentiras diabólicas, difamantes de vuestra personalidad e identidad falsaria, carcomida por la duda, por la decadencia política, cual sauces llorones, cuando se ven afectadas sus remuneraciones.
Tristeza política y social que nuestros gobernantes discurran en sus tareas, en necios debates donde solo se generan diatribas, insultos y bajezas, desconociendo la verdadera razón … las necesidades del pueblo. Esto impacta en traición, que los coloca en una fuerza no democrática de idiotas con poder nefasto. No se puede explicar que estemos representados por instituciones con auténticos idiotas necios. Ante estos espectros. Recordamos a un político cuando en medio de vicisitudes de este calado, dijo un día a la asamblea…. Para que libertad…. Lo más grave es que todos los idiotas necios nunca admiten su responsabilidad y en defecto, le echan la culpa a los demás. Bazofia mediocre recorren las palabras en el Hombre Mediocre,
A pesar de sus idioteces, los necios, se toman el sistema para dominar. Oh lacras de la política pensad que el tiempo pasa y que vosotros tenéis familia… Dicho en otras palabras, el mundo este azotado por pandemias como la mentira y el engaño y la educación en decadencia. Desde hace 200 años este flagelo viene golpeando la patria, decadencia que vive en estos necios, desajustados de la sociedad.
Convivir hoy es un gran riesgo en medio de la complejidad y la incertidumbre. La vida no puede seguir teniendo significados de muerte, de caos, de enfrentamientos ante tantas injusticias continuadas que cabalgan hacia confrontaciones donde la autoridad, la institucionalidad se menoscaba. Todos debemos estar unidos, olvidando la ingobernabilidad del pasado, viendo la justicia aun en la oscuridad… No se pueden permitir defensas escondiendo la verdad, ni permitiendo perennes injusticias, bajo togas corrompidas por la falsedad y la compra de sentencias-
El cambio es visible, la apertura social contiene verdaderas alternativas para erradicar la policrisis reinante. Esto genera en la oposición una irritación que les llega manifiesto a esos anticristos voraces que personifican la infamia. El hombre no vive por sus propias necesidades. En su personalidad hipócrita se muestra ante los demás con ansias de poder, orgullo, reflejando un espíritu de perfeccionamiento superior al resto, pero comprenden que no han entendido su existencia y mucho menos que en su interior solo vive un amor dormido de nunca despertar.
El país está despertando de una hibernación que acumulo nubes de problemas que anteriores gobiernos no pudieron enfrentar. Esta otra necedad no puede seguir en su laberinto. El cambio que incursa en el nuevo país corre el velo que asusta a la oposición, donde estos necios se asustan perplejos ante su incapacidad, saliendo embalsamados a formar un activismo destructor. De allí se desaprende que ante lo inútil de sus acciones. La opacidad y la turbidez no les deja ver la luz, tropezando y torpedeando con sus decadencias, rumbo a su momificación.
Hagamos del mundo la casa del amor social y político, único sentir duradero para convivir en el reino de la libertad, de la verdad, del afecto, con la humanidad del Cristo. Humanado. Existir es un asiduo hacer, sin un querer determinado de propios intereses. Hoy el yo espíritu, el yo existencia ante el complejo universal, vagan como un libro no escrito, sin rumbo, hacia la nada.
* Las opiniones expresadas en este artículo de opinión son del autor y no de Soacha ILUSTRADA.