Con la muerte de Belisario Betancur renacen las esperanzas de conocer la verdad de lo que ocurrió durante la toma del Palacio de Justicia en noviembre 6 y 7 de 1985.
Hace muchos años cuando el país se empezaba a preguntar quiénes fueron los culpables del “holocausto del Palacio” donde murieron más de 100 personas, algunos de los cuales todavía continúan desaparecidos, el expresidente informó que dejó un documento donde cuenta su versión de lo que verdaderamente ocurrió en esos aciagos días.
Betancur aseguró que ese documento solo sería hecho público después de su muerte. Ahora con el fallecimiento del expresidente conservador, muchas personas, donde están incluidos los familiares de los que murieron en esa masacre, guardan la esperanza que por fin se conozca la verdad de lo ocurrido.
Durante la operación de recuperación del Palacio de Justicia por parte del Ejército Nacional se presentó una omisión del presidente Betancur, quien no tuvo ni voz ni voto en los pormenores del operativo militar, ni en el manejo y protección de los rehenes que salieron con vida de la edificación hacia la Casa del Florero.
En un fallo de la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, este consideró que el entonces jefe de Estado (jefe máximo de las Fuerzas Militares) “no determinó la forma o manejos por rescates” de los rehenes quienes fueron trasladados al improvisado centro de operaciones para ser identificados y reseñados por agentes del B-2 del Ejército, “lo que significó para los militares una carta abierta para destruir al enemigo, en el menor tiempo posible, sin que la suerte de los rehenes o los destrozos fuera obstáculo”, señaló en esa providencia el tribunal.
“El Presidente de la República, Belisario Betancur, a través del general Víctor Delgado Mallarino, director de la Policía, ofreció a los comandantes guerrilleros un juicio justo por jueces civiles si ponían fin a la incursión. Esa era una medida legalmente aplicable, aun cuando no se entregaran sino que fueran capturados. Haber ocultado a una guerrillera y a unos sospechosos, a partir de ese momento fue una violación de la ley y de la palabra empeñada por el comandante supremo de la fuerza pública de acatar la Constitución y la ley, y dentro de ellas los tratados internacionales sobre derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario”, dijo la sentencia.
En 2015 Belisario acosado por las críticas y las denuncias sobre su actuación en los hechos del Palacio de Justicia, emitió un comunicado donde expresó “nuevamente pido perdón porque hoy sé que mis actuaciones causaron inmenso dolor a los familiares de las víctimas y tanto dolor histórico al país; y reitero que haría cualquier cosa para aliviarlo. El dolor ha estado siempre en mi mente durante treinta años”.
Belisario Betancur nunca fue juzgado, por el contrario siempre fue absuelto y defendido por los partidos políticos tradicionales que en tribunales absurdos como la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, decidieron que no había lugar a acusación alguna contra el expresidente y archivó el expediente; y aunque en reiteradas ocasiones su nombre era mencionado en las investigaciones posteriores, lo cierto es que siempre gozó de inmunidad ante esos hechos.
Armero, tragedia anunciada
Otro de los hechos ocurridos durante el mandato de Belisario Betancur fue indiscutiblemente la tragedia de Armero, producida el 13 de noviembre de 1985, cuando hizo erupción el Volcán Arenas del Nevado del Ruiz donde perecieron más de 35 mil personas.
Testigos de los hechos previos a la tragedia, aseguraron en su momento que muchas vidas se hubieran podido salvar si el Gobierno de Betancur hubiera actuado con diligencia para proteger la vida de los habitantes de Armero.
Todos coinciden que la tragedia era previsible pues desde hacía dos meses las emisiones de ceniza del cráter Arenas del volcán Nevado del Ruiz, habían formado una represa en el río Lagunilla y amenazaba con destruir la ciudad de Armero.
El Presidente Belisario Betancur, el Ministro de Minas y Energías, Iván Duque Escobar y el Gobernador del Tolima, Eduardo Álzate, que eran sabedores de lo que ocurría y el peligro que se cernía sobre los habitantes de Armero, no hicieron nada para proteger a la población de una catástrofe inminente, pese a las recomendaciones de los expertos y de la comunidad.
Científicos de Suiza e Italia que habían investigado la reciente actividad del volcán habían alertado meses antes del riesgo que corría la población, pero no hubo ni atención, ni se destinó presupuesto para comprar los sismógrafos recomendados por los expertos para vigilar al Nevado del Ruiz.
En el Gobierno se ignoraron las advertencias y el mismo día de la tragedia, cuando comenzaron a caer cenizas y un penetrante olor a azufre inundó el ambiente, las autoridades, en vez de ordenar una evacuación de Armero, no hicieron nada, y sí recomendaron a la gente mantener la calma y permanecer en sus casas.
¿Por qué antes del 13 de noviembre no se produjo ninguna acción ante la advertencia expresa de que en caso de una erupción, Armero sería borrado por una avalancha?, es la pregunta que con la muerte de Betancur se espera dilucidar con el documento que supuestamente dejó para ser dado a conocer después de muerte.
Hoy se recuerda que otro de los personajes que hubieran podido evitar la tragedia fue el entonces Ministro de Minas y Energías, Iván Duque Escobar, quien dijo días antes a los que pedían evacuar a Armero que estos solo mostraban un “dramatismo extremo”. Hoy cuando se desconoce la cifra exacta de muertos que produjo la avalancha, lo cierto es que no se puede culpar al actual presidente “uribista” Iván Duque por cosas que hizo su padre en el pasado.
Belisario Betancur, un político de extracción campesina, curtido en la burocracia del partido conservador (un engendro político que se alternó el poder con el partido Liberal), por muchos años fue protegido de la élite colombiana. Fue el primero que intentó un acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc, que fracasó con su promesa de casas sin cuota inicial y la creación de la Universidad a Distancia, y que al final de su Gobierno demostró que no se puede gobernar estando a la vez con Dios y con el diablo.
Por Henry Barbosa
Diciembre 7 de 2018