Siento que hoy, cuando el mundo habla y reclama con mayor fuerza la libertad de expresión como un derecho, es más difícil decir las cosas que se piensan de manera genuina y sin preocuparnos de las consecuencias o las etiquetas a las que se supedita nuestro discurso. Con ese sinsabor propio, la expresión “políticamente correcto” ha cobrado mayor fuerza en los últimos años bajo el entendido de que debemos expresarnos teniendo en cuenta los valores de todos los grupos humanos y evitando cualquier posible discriminación u ofensa hacia ellos por motivos de sexo, raza, ideología política, religión, etc.
Primero permítanme aclarar que mi malestar no es causado por el uso del lenguaje o de un comportamiento inclusivo, que busca corregir la desventaja que han tenido algunos miembros de ciertos grupos a lo largo de la historia -como las mujeres-, todo lo contrario. Mi malestar radica en que se utilice la palabra ‘políticamente’ en un país donde sólo algunos políticos pueden calificarse como ‘correctos’ y muchos si caben dentro del adjetivo ‘incorrectos’ o ‘imperfectos’; mi incomodidad es frente a la necesidad que tenemos los colombianos de hacer parte de las cosas sin entenderlas y sin apropiarnos de ellas.
Varias fuentes señalan que la expresión “políticamente correcto” nace del término en inglés ‘corrección política’ (political correctness) que se utilizó en la década de los ochentas para describir el lenguaje, las políticas o las medidas destinadas a evitar ofender o poner en desventaja a los miembros de grupos particulares de la sociedad. Desde finales de los años ochenta, el término se posicionó para evitar comportamientos excluyentes o insultantes de grupos considerados históricamente discriminados. Quienes se involucraron en este movimiento, anunciaban una política centrada en las representaciones, los valores y las identidades – es decir, en una ‘política cultural’. El objetivo no era otro que el cambio culturalcomo un trampolín para producir cambios sociales más amplios.
Por ello, sería más adecuado apropiarnos en Colombia de la expresión “culturalmente correcto”, ya que es a través de la cultura, entendida como el conjunto de ideas, comportamientos, símbolos y prácticas sociales que realizamos las personas, que podemos generar inclusión y ser ‘correctos’. Es a partir de la red que se teje entre la sociedad, cultura y lenguaje, que podemos crear discursos y prácticas sociales que sean incluyentes y que conlleven a un cambio social.
Además, porque creo que desde la cultura y los ámbitos privados se pueden generar cambios que van transformando el entorno de manera paulatina, hasta que logremos una intervención directa en la política que la llene nuevamente de valores y contenido. Hablar de lo “culturalmente correcto” implica que nos comprometemos con un cambio social para que las identidades, los valores y las representaciones asociados a la política no sean diferentes a las del ejercicio del poder en pro de las mayorías, respetando el interés general, el imperio de la ley, la separación de poderes y entendiendo que la democracia tanto representativa como participativa son vitales.
Así, cuando lleguemos a una perspectiva equilibrada de la importancia de la cultura, y especialmente del lenguaje en el cambio social, tendremos una mayor comprensión del valor y la naturaleza de las intervenciones culturales y su impacto dentro de las estrategias y tácticas políticas. Cuando se produzca una reestructuración y una nueva legitimación de la política que implique valores que todos compartimos como colectivo, podremos hablar nuevamente de lo “políticamente correcto”.
Twitter: @albaluc1a
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