La mencionada y polémica Región Metropolitana Bogotá Cundinamarca (RMBC) a la que se pretende vincular el municipio de Soacha sin que el común de sus habitantes sepa de qué se trata, reviste particular importancia porque de lograrse tan ambicioso propósito, otros municipios del departamento seguirían su ejemplo a ojo cerrado, sin saber si van para el paraíso o al infierno.
Este proceso de vinculación (anexión en la práctica) al que quieren someter a Soacha, es el comienzo del final de una larga espera que se inició con la creación de dicha figura asociativa de la RMBC con la expedición de la Constitución de 1991 y las posteriores reformas a las que se ha sometido dicha norma, ajustándola a las nuevas necesidades del desarrollo territorial capitalista neoliberal para hacer de él un lucrativo negocio inmobiliario, y en general económico, bajo la premisa de “planificar de manera sostenible el desarrollo de la ciudad y el bienestar de los ciudadanos”
Para ninguno de los pocos nativos que aún quedan, o de muy pocos de los arraigados en esta tierra, no le es extraño escuchar decir que en la práctica Soacha viene formado parte del desarrollo urbano de Bogotá por su paulatino proceso de expansión y conurbación que se ha producido con especial intensidad durante los últimos 20 años en el suroriente y suroccidente de la capital, ocurriendo el mismo fenómeno desde Soacha por los desarrollos urbanos formales e informales.
La dependencia de Soacha sobre Bogotá ha abarcado durante décadas los servicios básicos de la salud, el servicio de acueducto, la prestación del servicio de telefonía el transporte público, el empleo, las redes del gas y en los últimos tiempos la seguridad ciudadana con la creación de la policía metropolitana.
Esta dinámica que responde a las lógicas de crecimiento y la expansión urbana de las ciudades en los países en desarrollo de la cual Soacha no es la excepción sino la regla, estimulada por la estrecha visión e incompetencia de los gobernantes locales durante diferentes épocas, no tuvieron la capacidad de crear oportunidades para impulsar iniciativas autónomas propias para que sus habitantes decidieran sobre las características que debía tener el desarrollo de sus territorios, hoy se ven subordinados a los poderes económicos del gran capital.
Ese fenómeno metropolitano que ha existido de hecho a lo largo del tiempo a través de expresiones formales e informales del desarrollo urbano que se han venido regulando y formalizando bajo un sistema de complejas leyes, decretos, normas y disposiciones que parecieran estar fundadas en la búsqueda del bien común tendrán en el ámbito político como corolario unos concejales sin criterio y sin principios éticos ni políticos que curiosa y paradójicamente durante la administración de Saldarriaga se opusieron rabiosamente en coro a la RMBC, y ahora, en el gobierno de “Perico” cínicamente y sin saber a qué precio, de la noche a la mañana resultaron defensores a ultranza de una forma de organización territorial cuyo balance a la fecha no muestra sino frustración para los habitantes.
*Las opiniones expresadas en este artículo de opinión son del autor y no de SOACHA ILUSTRADA.