“La historia ocurre dos veces:
la primera como una gran tragedia
y la segunda como una miserable farsa”
Marx
La reconocida historiadora, Diana Uribe (en la foto), en su sección, #Miércolesdecine, pone a circular en la red un vídeo sobre la famosa película de Charles Chaplin, “El gran dictador”, rodada en 1940. La historiadora afirma que es la película del momento porque “hay elementos de la historia que se están repitiendo ahorita”, como el fascismo, explica más adelante.
El fascismo –dice–, es un proyecto que originalmente lo concibió el italiano, Gabriele D’Annunzio (1863 – 1938), un polifacético italiano que fue novelista, poeta, dramaturgo, militar y, entre 1914 y 1924, prominente político.
Después de terminada la Primera Guerra Mundial, Italia no se sintió satisfecha con la manera como ella quedó, y había dos territorios en el reparto del imperio austrohúngaro que Italia reclamaba como suyos: Trieste y el Fiume. Estos territorios quedaron del lado de lo que sería, Yugoeslavia. Entonces, Gabriele D’Annunzio se tomó Fiume (hoy Rijeka en Croacia) y proclamó, el 11 de septiembre de 1919, que ese era un derecho histórico de los italianos y empezó a crear una búsqueda de la grandeza del antiguo imperio romano…
Esto que D’Annunzio formula como una idea, Mussolini lo va a llevar a la práctica. En 1922, después de la inestabilidad de estas jóvenes repúblicas, él marcha sobre Roma con las camisas negras y empieza el fascismo.
El fascismo como proyecto considera que la guerra es la naturaleza del ser humano; capta la mente y los corazones de las personas; crea una serie de instituciones que articulaban toda la sociedad desde las guarderías, donde los niños jugaban a ser los hijos de la loba (Rómulo y Remo).
El fascismo va cambiando de ideología según se necesita; va creando diferentes condiciones hasta crear un proyecto de guerra y de autoritarismo; elimina la oposición a punta de tortura y se asocia con la burguesía y la gente más rica para suprimir el movimiento obrero.
Luego Hitler, toma el fascismo y los tecnifica a gran escala, hasta convertirlo en un proyecto bélico gigantesco, montado en la teoría nietzscheana del “superhombre” en reemplazo de Luperca, la loba mitológica que amamantó a Rómulo y Remo.
En 1933, la historia junta a Hitler, como el führer (líder, jefe) y Mussolini, como el duce (guía, conductor). Ambos con un espectacular manejo de las masas, logran hipnotizar a la gente, meterle en la cabeza sus ideas, llenarlos de mentiras, decirles un montón de cosas absurdas..
Wilhelm Reich tenía un libro: “La psicología de masas del fascismo” y buena parte del siglo XX se preguntó qué era lo que pasaba con la masa para que un par de locos convencieran a tanta gente de tantas barbaridades. Toda la escuela de Fráncfort dedicó toda su filosofía a preguntarse eso.
Bueno, la pregunta se nos olvidó, y otra vez están saliendo líderes que convencen a las masas de cualquier cantidad de barbaridades, la mayoría de ellas en contra de su propios intereses; que las hipnotizan, que manejan un tema mediático que hace que la gente no piense en los contenidos de lo que le están diciendo. Levantan “chivos expiatorios” con sus discursos xenófobos, racistas y populistas.
Cuando ahora se habla de los migrantes en EE.UU. Europa y América Latina (los venezolanos, hondureños, salvadoreños, mexicanos, p.ej.); cuando hablan de que los recursos no alcanzan sino para los que los merecen; cuando ahora empiezan a darse estos discursos descalificadores, pues, hay que acordarnos del “El gran dictador” de Chaplin, porque esos discursos fueron los que nos llevaron hasta allá.
Charles Chaplin
(discurso final -resumen)
“Lo siento, yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio. Yo no quiero mandar ni conquistar a nadie. Quisiera ayudar a todos, de ser posible: gentiles, negros, blancos. En este mundo hay lugar para todos…
La vida puede ser libre y hermosa, pero hemos perdido el rumbo. La codicia ha envenenado el alma del hombre; ha dividido al mundo con barricadas de odio. Hemos desarrollado velocidad, pero nos encerramos en nosotros mismos.
Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y desconsiderados. Pensamos demasiado y sentimos muy poco. Más que maquinaria necesitamos humanidad; más que inteligencia, cortesía y bondad. Sin estas cualidades la vida será violenta y todo estará perdido.
Aún ahora, mi voz llega a millones a través del mundo, millones de desdichados, hombres, mujeres y niños, víctimas de un sistema que lleva al hombre a torturar y encarcelar inocentes. Para aquellos que pueden oírme les digo: no desesperen, la desgracia que nos aqueja es tan solo la muerte de la codicia; los dictadores morirán y el poder que le arrebataron al pueblo volverá al pueblo. Y en tanto los hombres den la vida por ella, la libertad no ha de perecer.
¡Soldados!, no os sometáis a estos engendros con mente de máquina y corazón de máquina. ¡Vosotros no sois máquinas! ¡No sois ganado! ¡Hombres sois! Y en vuestros corazones amáis a la humanidad. No odias ni vivís para el odio. ¡Soldados!: no peléis por la esclavitud. Pelead por la libertad.
Vosotros, el pueblo, tenéis el poder. Entonces, en nombre de la democracia ejerzamos ese poder. ¡A unirnos todos ya! Peleemos por un mundo nuevo. Un mundo decente que le de al hombre la oportunidad de trabajar, un futuro y a todas las edades, seguridad. Luchemos para hacer el mundo libre. Para acabar con las barreras nacionales. Para acabar con la codicia, el odio, la intolerancia. Peleemos por un mundo en que reine la razón. En que la ciencia y el progreso conduzcan a la felicidad de todos los hombres”.
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Enlaces relacionados
El gran dictador (Charles Chaplin –1940)
Reseña de, Diana Uribe
Discurso final de Chaplin (Resúmen)
Periódico El Satelite