Un mal presagio….

Por Ángel Humberto Tarquino

Así como la pandemia develó los graves y dramáticos problemas estructurales de miseria y pobreza en los que se debate la mayoría sociedad colombiana, el paro nacional que hoy 28 de mayo cumple un mes, ha puesto al descubierto en toda su dimensión la naturaleza autoritaria del actual gobierno como la peor expresión del régimen de un narco Estado fascista.

Desde los días del discurso del “bachiller” Macías, en el que entre líneas expuso la necesidad de una nueva doctrina militar afirmó que Duque en su calidad de “comandante supremo de la fuerza pública”, no solamente debería realizar los relevos en la cúpula, sino «generar un cambio en la mentalidad de los nuevos comandantes para recuperar la seguridad y la tranquilidad de los colombianos«, estaba anunciando lo que luego de un mes de paro nacional podemos constatar.

Les ha parecido poco, que luego de usufructuar el poder en provecho propio y los privilegios derivados de su control durante los últimos 20 años, las hordas uribistas están absolutamente convencidos que solo ellos tienen el derecho divino a gobernar el país por los siglos de los siglos.

Bajo esta falsa premisa han demostrado que no están dispuestos a permitir que los ciudadanos le den un giro a la historia colombiana, y para ello no han vacilado en dejar a lo largo de estos años, una estela de terror y muerte de varios cientos de líderes sociales asesinados, centenares de desaparecidos, miles de falsos positivos, la ofensiva a fondo contra los acuerdos de paz, las expropiaciones violentas de tierras, la consolidación de un narco estado y un gobierno fascista  

Las distintas reformas que intentó imponer la corrupta e incompetente bancada de gobierno del CD, apoyados por los sectores políticos más reaccionarios de los partidos afectos, fueron derrotados gracias a la más grande movilización social y popular de la historia política de este país. 

Las élites políticas y económicas dominantes, a pesar de superar sus amañadas y fingidas diferencias políticas, a pesar del alto precio que los colombianos han pagado con sus vidas, no fueron esta vez suficientes para engañar y detener la marea de indignación de millones de colombianos, ni mucho menos valieron la repartición de cargos y contratos como retribución al cínico respaldo que le dan a un gobierno las corruptas y tradicionales elites políticas que empieza a hundirse en su propias heces y su podredumbre.

ahtarquinog@gmail.com

* Las opiniones expresadas en este artículo de opinión son del autor y no de SOACHA ILUSTRADA.