En 122 hectáreas restauradas han sembrado 134.339 árboles que forman hoy un bosque precioso.
Era un peladero, de tierra dura y seca, lleno de mosquitos, invivible. Pero la voluntad humana, entusiasta y perseverante, obró el milagro. Ahora es un bosque amable, lleno de vida vegetal y animal. Los milagros sí existen y los hombres valientes pueden realizarlos. Hablamos del parque La Poma, ubicado cerca de Soacha. La Caem (Corporación Ambiental Empresarial), filial de la Cámara de Comercio de Bogotá, ha hecho este precioso regalo a la capital del país y a la región.
En 1996, teniendo como base la filosofía de Las Hojas Verdes, un grupo de quijotes e investigadores dirigido por Fabiola Suárez y Ferney Augusto Rojas se propuso convertir ese peladero en lo que es hoy: un edén para la ciencia, la educación, la recreación, el turismo y la cultura. Después del peaje de Chisacá, en la vía Bogotá-Girardot, en la vuelta cerrada de la carretera un letrero que dice ‘Parque La Poma’ muestra la entrada.
En 122 hectáreas restauradas han sembrado 134.339 árboles que forman hoy un bosque precioso. Los números impresionan: hay 38 especies vegetales nativas y 4 senderos interpretativos que se alargan en 18 kilómetros. Donde antes no había nada… sí, había millones de molestos mosquitos…, hay ahora 23 especies de aves, 36 de mariposas, y los investigadores han censado 132 individuos, mamíferos pequeños no voladores. Es decir, se ha creado vida de la nada. En los árboles y en el suelo crecen 22 especies de orquídeas y 7 de bromelias.
Yo amo este bosque. Mis alumnos y yo solemos recorrerlo a menudo observando las flores y los animalitos y oyendo los ‘sonidos del silencio’ y los cantos de los pájaros. Es un paraíso ideal cerca de Bogotá para que las familias lo visiten. ¡Qué bello es ver a abuelos, padres e hijos, embelesados en el entorno, recorriendo los fáciles y cómodos caminos y aprendiendo in situ a amar la naturaleza.
El parque recibe hasta ahora 25.000 visitantes por año. Muchos de ellos van a ver y a cuidar el árbol que sembraron en homenaje a sus seres queridos difuntos. Pero, además de estas ofrendas a los parientes fallecidos, también se puede pagar el bono para sembrar árboles con motivo de cumpleaños, de bodas, de grados de los amigos, de aniversarios. Sembrar un árbol es la más bella forma de recordar y honrar a los seres queridos, perpetuándolos en la vida del planeta.
La Caem, como su nombre lo indica, asesora a empresas y ha capacitado ya decenas de ellas para que sus prácticas y procesos industriales sean amigables con el medioambiente, especialmente en lo referente al cambio climático; anexo a este trabajo se han creado 193 bosques empresariales. En este empeño, Caem ha capacitado a 305.288 personas.
El próximo proyecto de Caem es ampliar La Poma incorporando un extenso terreno llamado Canoas, que se encuentra al otro lado de Soacha, pasando la carretera. Hasta ahora solo hay allí pasto y piedras, pero ya se están sembrando los primeros árboles. La Poma contribuye indiscutiblemente a limpiar el aire de la Sabana y de la región. Hablo con emoción de La Poma, porque para mí no hay nada más saludable y vivificante que recorrer en silencio los caminos de los bosques.
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El Instituto Humboldt es un tesoro de Colombia, vela por nuestra biodiversidad, que es el cheque en blanco para apostar por nuestro futuro. Periódicamente edita libros valiosos. Hoy destaco uno: Colombia, país megadiverso, edición de lujo. Mirando las fotografías de reconocidos artistas, uno se enamora más de Colombia. Hay fotos de flora, fauna y paisajes. ¡Colombia es un paraíso!
El Tiempo
Diciembre 3 de 2018