Por Henry Barbosa.
Después de más de una década de haberse declarado el conjunto de estaciones del ferrocarril como Bienes de Interés Cultural del Ámbito Nacional, el Ministerio de Cultura y el Instituto Nacional de Vías INVIAS, firmaron un convenio para sacar adelante el Plan Nacional de Recuperación de las estaciones del ferrocarril.
Las estaciones del ferrocarril son el símbolo de toda una época y de un esfuerzo descomunal por comunicar un país en una geografía increíblemente difícil, el esfuerzo económico, técnico, conceptual, social y cultural que esta empresa demandó es inmenso, sin embargo, el declive ferroviario hizo que las emblemáticas estaciones entraran en notable deterioro como ocurrió con la gran mayoría de estaciones del país.
Un legado arquitectónico que estuvo a punto de desaparecer pero que fue protegido a través del Decreto 746 del 24 de abril de 1996 que declaró como bienes de interés cultural del ámbito nacional el conjunto de estaciones del ferrocarril.
Debido al fracaso y quiebra del sistema ferroviario en Colombia, a causa de la desventaja técnica que representaba el tren frente al automóvil (en términos de rapidez), se abandonaron y en algunos casos se desmontaron tanto las líneas férreas como las estaciones.
El reconocimiento de todo el complejo ferroviario como patrimonio dentro de la legislación colombiana, ha protegido estos bienes de la demolición, pero no del olvido y desconocimiento de su historia e importancia en la consolidación del territorio y la identidad de los habitantes del país.
El Ferrocarril del Sur
Las estaciones del Ferrocarril del Sur, espacios que fueron fundamentales en el desarrollo de la región y que contribuyeron a la consolidación de nuestra identidad como ciudadanos, están siendo víctimas del abandono y desconocimiento de su evolución histórica por parte de sus mismos habitantes.
El Ferrocarril del Sur unía a la ciudad de Bogotá con los municipios vecinos de Bosa, Soacha, y Sibaté, tenía la intención de llegar a Fusagasugá y al río Magdalena pero sólo alcanzó a llegar hasta la estación de San Miguel. Su construcción se inició en 1895 llegando en 1903 a Sibaté y dos años después, bajo la dirección del ingeniero Enrique Morales Ruiz (1851-1920), se empalmó con el Ferrocarril de La Sabana cuya estación se construyó en Bogotá, aledaña a la de este ferrocarril. En 1912 se inició el tramo que llevaría al Salto de Tequendama y que sólo se concluyó hasta 1927. Allí se erigió un imponente hotel.
En Bosa y Soacha el ferrocarril se utilizó básicamente para el transporte de mercancías y materias primas, desde mediados de los años cuarenta se interrumpió por completo el servicio de pasajeros, por tal razón, las estaciones del ferrocarril perdieron ese arraigo tan latente en otras zonas del país.
Por otra parte, la dinámica y oferta turística es nula tanto en la localidad de Bosa como en el municipio de Soacha, aunque siempre se le han reconocido grandes potencialidades turísticas a la región, paradójicamente los únicos monumentos nacionales oficialmente reconocidos son las estaciones del tren.
Estación de Bosa
Sobre la Autopista del Sur en la entrada a Bosa se levanta uno de los patrimonios arquitectónicos más representativos del auge ferroviario. La estación del ferrocarril ubicada estratégicamente en la entrada de la localidad, es un lugar reconocido como uno de los pocos referentes que aún le queda a Bosa y a sus pobladores.
Con una arquitectura utilitaria, sus líneas y belleza arquitectónica aún pueden apreciarse en las paredes y rincones que sirvieron en el pasado como punto de partida y de llegada de pasajeros, mercancías y materias primas provenientes de diversas partes del país.
Pocas personas han tenido la oportunidad de ingresar a su interior pese a que siempre se la ha considerado como patrimonio arquitectónico de Bosa, a simple vista se observa su buen estado, tanto en pisos, paredes y techos, lo mismo que en ventanas y puertas. La fachada exterior de la estación de Bosa está pintada con fuertes colores verdes y amarillos, contrastados con grandes letras y avisos publicitarios de la Fundación Chiminigagua.
La casona que por espacio de varios años permaneció en el más completo abandono, aparentemente fue entregada en comodato a la Fundación Chiminigagua, creación del político Venus Albeiro Silva. Esta fundación protagonista de varios escándalos de corrupción es desde el año 2007 una de las mayores contratistas de Bogotá, en particular en Bosa, donde tiene monopolizada la contratación cultural.
Al hacer un reconocimiento de su estado fuertes olores alertan al visitante, el lugar es utilizado como letrina y baño público pese a su cercanía con el CAI ubicado a un lado del puente peatonal sobre la Autopista del Sur. El deterioro que presentan las diez columnas de madera que sostienen la estructura es indudable ya que la humedad y el paso del tiempo las han corrido de su centro y no cumplen su principal función, sostener el techo de la edificación.
Dentro de las anécdotas que se escuchan sobre la casona está la de la “loca de la estación”, una mujer que permaneció viviendo en el andén de la estación por muchos años en la década de los años setenta, y que aparentemente fue asesinada al ser testigo de un asesinato. Hoy nadie conserva ni siquiera una fotografía de la mujer, pese a que eran muy frecuentes los insultos que padecía cada peatón que osaba pasar por el andén de piedra de la estación.
Pero de si de misterios se trata nadie da razón de quien o quienes ordenaron levantar intempestivamente los rieles de la vías del ferrocarril, ni mucho menos que suerte corrieron, tampoco es claro de qué manera fue entregado el corredor férreo para la ampliación de la Autopista del Sur y obviamente la construcción de la vía del Transmilenio.
El solo hecho de haber utilizado el corredor férreo para la ampliación de la autopista sin contemplar otro tipo de alternativas, castro para siempre cualquier intento de llevar el tren de cercanías o el tranvía ligero a Bosa y Soacha, poblaciones que por sus características poblacionales necesitan con urgencia de estos sistemas de transporte.
Estación de Soacha
La estación de Soacha es un fiel reflejo de cómo el estado y en particular sus habitantes valoran su patrimonio cultural arquitectónico.
La edificación que en una época fue fundamental para el progreso y desarrollo de la infraestructura industrial del municipio, fue abandonada a su suerte y hoy lúgubremente alberga en lo que posiblemente fue su patio de espera una cancha de tejo con orinales incluidos.
La pérdida de importancia de la estación del ferrocarril y el detrimento de la zona donde se encuentra ubicada es progresiva y viene de tiempo atrás, debido en parte a la proliferación de ventas informales y a las nulas políticas de espacio público por parte de la administración municipal.
La casona aún conserva tímidamente parte del estilo característico de las estaciones férreas de principio del siglo XX, en su techo crece la hierba que encorva sus canales por el peso de la tierra que las tapan. La edificación aún conserva sus pisos en piedra rectos y cuadrangulares, sobre el que parquean en las noches las carretas de los vendedores ambulantes de la calle 13 y de la plaza de mercado.
Sobre su costado norte se observa en obra gris la construcción de unos baños públicos ilegales realizada por los vendedores del sector. Se desconoce por completo si la edificación fue invadida por estar varios años abandonada, si fue vendida o por el contrario si aún pertenece a INVIAS, lo cierto es que la administración municipal por años ha mencionado la posibilidad de recuperar la edificación, palabras y promesas de políticos que no tienen ninguna credibilidad.
Hoy la casona es utilizada como cantina donde la venta de bebidas alcohólicas va a la par con los escándalos y riñas que realizan sus rutinarios visitantes, por su costado sur es célebre la existencia de un restaurante que tiene instalado el asador de carne precisamente donde funcionó la taquilla de pasajes de la estación.
Al revisar su parte posterior y su patio, estos desaparecieron hace mucho tiempo, inclusive sus vecinos aseguran que desconocían que en el pasado esta edificación fuera una estación del ferrocarril.
Estación de Chusacá
La estación del ferrocarril de Chusacá permanece en el más completo abandono, totalmente destruida sus ruinas amenazan con venirse al suelo y es incluso peligroso acercarse a investigar su estado.
La estructura que ha sobrevivido al paso del tiempo se encuentra totalmente carcomida por el moho y la mugre, los ventanales y puertas desaparecieron hace mucho tiempo; los gases expelidos por los motores de los automóviles, el polvo y la suciedad impregnan a toda la edificación dándole aspecto lúgubre de abandono, soledad y olvido.
Su techo derrumbado y la demolición de algunos muros hacen sospechar que fue adrede la destrucción de la edificación y no por acción del tiempo como se podría pensar en primera instancia. Sus puertas y ventanas desaparecieron junto con su amplio patio, al lado inexplicablemente apareció de la noche a la mañana una edificación de cinco pisos, construida por un invasor que según palabras de funcionarios del Ministerio de Cultura es de un exconcejal del municipio de Sibaté.
Al referirse a la estación de Chusacá más bien es referirse a una ruina resistiendo el inclemente paso del tiempo y el olvido de una sociedad, independiente del recuerdo nostálgico de aquellos que la vivieron y la sintieron, sus ruinas son fiel testigo de aquel casi extinto símbolo del progreso social, cultural y comercial de toda una época.
Estación del Charquito
La estación del Charquito ubicada en el municipio de Soacha, pese a los esfuerzos de la comunidad no presenta mejor estado, sus paredes ocasionalmente son pintadas por la comunidad, sus puertas, ventanas y su piso en piedra son limpiados esporádicamente en jornadas de aseo de las malezas y las heces de humanos y animales, desde la distancia su aspecto hace creer que su interior permanece en condiciones básicas para prestar una actividad cultural como sería lo ideal.
Sin embargo, una parte del techo presenta daños que deben ser reparados con prontitud. Del rastro de la vía del ferrocarril o de su patio inmediato no queda rastro, salvo una cancha de futbol enmallada utilizada por la comunidad.
Daños y hundimiento del techo presenta la estación del Charquito.
A pesar que el patio y los rieles desaparecieron hace años, su piso en piedra hace recordar con nostalgia la historia que tiene la edificación.
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El medio de transporte más importante que han tenido los habitantes de Bosa, Soacha y Sibaté indudablemente fue el tren, y como testigos mudos de esa extraordinaria época quedaron las estaciones del ferrocarril. El 25 de junio de 1945, a las doce del medio día, el Ferrocarril del Sur comenzó su último desplazamiento sin retorno y con él se fue la magia y el esplendor de las estaciones del ferrocarril.