Por Henry Barbosa.
En Ciudadela Sucre la contaminación ambiental ha hecho que lo que se denomina peyorativamente medio ambiente sea mucho menos que medio. En esta zona el aire está altamente contaminado; los cerros están completamente urbanizados en su mayoría por barrios ilegales; no hay zonas de recreación; las fuentes hídricas son alcantarillas, y el suelo presenta carcavamientos y hundimientos.
Existen terrenos en los que se presentan procesos activos de erosión que se demuestran en barrancos que alcanzan varios metros de profundidad. Su desarrollo ha sido posible debido a la falta de cobertura vegetal, el desarrollo anti técnico de la explotación minera (canteras), al clima seco y agresivo que caracteriza la zona y a la inestabilidad de la tierra que históricamente se ha registrado en esa zona de Soacha.
A eso se suma el hecho del constante crecimiento de la urbanización ilegal e inadecuada de los terrenos considerados de alto riesgo, ya que el 90 por ciento de los asentamientos están ubicados en zonas pendientes, mientras que el otro 10 por ciento de los barrios se localizan en sectores de riesgo por erosión.
Dentro de la zona de alto riesgo se encuentran mezclados barrios como San Rafael, Villa Esperanza, Rincón del Lago, Buena Vista, El Progreso, Villa Sandra, con áreas de fuerte explotación minera (canteras) que afectan la comuna cinco en todo su conjunto.
La erosión propia del terreno no es el único problema. También empeora la situación la fuerte explotación irregular e intensiva de las canteras que, con el removimiento de tierras con dinamita, desestabilizan aún más el suelo. En algunos sitios se encuentran brechas en el piso de más de 50 metros que así lo demuestran.
Por otra parte, las aguas contaminadas de la represa de Terreros ocasiona graves problemas de salud entre la población especialmente en los niños y ancianos.
La disposición inadecuada del desfondadero de la represa contribuye a deteriorar no sólo el panorama, sino también las zonas circundantes, las aguas contaminadas que salen de ahí viajan por el canal Tibanica y atraviesan parte de la zona urbanizada de San Mateo, generando un grave problema de contaminación hídrica.
A su paso el canal Tibanica recoge las aguas negras de San Mateo y de por lo menos ocho barrios de Soacha y de otro tanto de Bosa, entre ellos León XIII, La María, Los Olivos, Manzanares, Primavera, San Diego, El Toche y San José.
En determinadas épocas del año el riesgo de inundación aumenta, debido a la falta de mantenimiento y obras de dragado, que hace que en algunas zonas de su recorrido se desborde o se estanque debido a los escombros, basura y buchones.
Las aguas contaminadas que trae el canal Tibanica, micro cuenca del río Tunjuelito, a su vez extiende el problema a lo largo de su cauce y en su unión con el río Bogotá, tiene gran cantidad componentes tóxicos como cromo y mercurio.
Otro de los problemas está en el manejo del espacio público. La lucha por el espacio allí es de tal magnitud, que en estos barrios se puede afirmar que tal concepto no existe; el espacio es de quien lo ocupe.
Por otra parte, la malla verde, no sólo se encuentra completamente deteriorada, sino que en ciertos lugares no existe. La vegetación natural de estos cerros fue talada completamente para dar paso a las canteras y asentamientos subnormales. El déficit de sitios de recreación es preocupante, ya que los niños y los jóvenes no cuentan con espacios adecuados para el deporte y la distracción.
Las canteras de la zona extraen alrededor de 12 millones de toneladas de piedra y arena, de las 44 anuales que emplea el sector de la construcción en Bogotá. La capital requiere millones de toneladas de materiales de origen geológico para levantar edificios, tender pavimentos y rellenar depresiones del terreno con fines urbanizadores. Sobre cada hectárea urbana puede haber miles de m3 de ladrillos, cemento, asfalto, baldosas, arena, piedra y otros componentes necesarios para la implantación de las diversas estructuras que requieren las construcciones, muchos de estos materiales provienen de los cerros de esta parte del municipio de Soacha.
En Bogotá la legislación prohíbe la explotación minera en los cerros orientales, por tal razón, el municipio de Soacha se ha convertido en el primer abastecedor de arenas, gravas, arcillas y piedras para la construcción. Esto ha ocasionado que sus zonas suburbanas y periféricas se encuentren intensamente degradadas con un salpicado intenso de canteras y tajos con un profundo efecto negativo sobre el ambiente, la estética y la calidad de vida.
Las canteras existentes son creadoras de fuentes de polvo que suelen incorporarse en el aire urbano creando condiciones perjudiciales de contaminación atmosférica para toda la población que vive en sus proximidades. Los aerosoles producidos a partir de las canteras pueden extenderse por varios kilómetros en todas las direcciones gracias a la acción de los fuertes vientos de la zona, este fenómeno es particularmente grave por las condiciones secas del clima en la zona. Aunque no existen datos sobre cuantificación de partículas de monóxido e hidrocarburos, las explotaciones de las canteras generan la mayor cantidad de polución, aunado a los botaderos, y quemas de basura sin control.
Uno de los graves problemas generados por las canteras es que una vez que cesan su explotación suelen permanecer como oquedades baldías por mucho tiempo, a menudo terminan usándose como rellenos “sanitarios” o simples basureros. Ciudadela Sucre y en general todo el sector de Altos de Cazucá, fueron escenario de invasiones y parcelamientos ilegales por obra de urbanizadores piratas y políticos corruptos. Miles de familias marginadas poblaron lentamente la zona agravando dramáticamente la situación ambiental, debido a que los nuevos barrios carecían por completo de planeación y equipamiento urbano, el agua potable llegó a las casas solamente hace cuatro años, a pesar de su cercanía con Bogotá y de las innumerables luchas que realizaron sus habitantes por obtener el preciado líquido.
Patrimonio Cultural
Uno de los patrimonios arqueológicos más importantes con que cuenta el municipio de Soacha es el abrigo rocoso ubicado en medio de la explotación minera que adelanta la empresa Arincol.
Este imponente y mítico lugar permanece completamente aislado y oculto al goce y disfrute de los habitantes del sector. La empresa que explota la cantera por medio de vigilantes armados impide el paso de los visitantes ocasionales que quieren conocer o verificar el estado en que se encuentra el abrigo rocoso y sus pinturas rupestres.
En la década de los noventa este lugar estuvo completamente desprotegido, por tal razón, fue víctima del vandalismo y la guaquería, sin embargo, gracias a la fuerte y decidida defensa de algunos ciudadanos se logró preservar en parte este patrimonio cultural
Una de las grandes preocupaciones que tienen algunos investigadores es el impacto que puede tener la explotación minera sobre las pinturas rupestres que contiene el abrigo rocoso, la empresa que explota la mina no ha implementado medidas que aíslen y protejan esta zona arqueológica. Por otra parte la administración municipal, ni los entes de control han ejercido vigilancia y monitoreo sobre la protección de este lugar.
Proposiciones
Dentro de las soluciones ambientales que proponen algunos habitantes están la recuperación de las zonas afectadas por las canteras y el control de los vertimientos de aguas de origen doméstico e industrial. Sobre este último se propone realizar un inventario de las industrias que envían sus efluentes líquidos a la represa de Terreros y al canal Tibanica.
De igual manera es necesario limpiar las quebradas y canales mediante proyectos de delimitación, cercado y dragado. Así mismo se plantea la necesidad de realizar un diagnóstico que permita conocer los puntos críticos de recolección de basuras. Igualmente es importante adelantar un estudio de suelos con el fin de iniciar la reforestación y disminuir así el proceso de erosión; lo mismo que crear zonas de recreación que tengan mantenimiento y vigilancia permanente.
Se supone que la extracción mineral es un uso pasajero de la tierra y que luego de realizada ésta debe volverse el terreno a una condición estable apropiada para el uso que se pretende darle después de terminada la actividad. Para poder iniciar una rehabilitación sistemática de las canteras, tajos y minas antiguas o recientemente abandonadas se requiere programas específicos que promuevan la recuperación y financiación para llevarlos a cabo. El objetivo público de los programas de rehabilitación es que las canteras y tajos desechados se rehabiliten a una condición que sea segura, ambientalmente estable y compatible con las tierras adyacentes y beneficiar a la comunidad.
Con respecto a la zona arqueológica este lugar se podría convertir en la única redención económica y cultural gracias a su cercanía con la ciudad de Bogotá, La custodia y estudio del legado cultural arqueológico debe entenderse y asumirse con responsabilidad por parte de la administración municipal de Soacha, igualmente es preciso que los habitantes del sector tomen conciencia de la importancia de proteger este patrimonio arqueológico y se comprometan con su defensa, protección y divulgación.
Agosto 13 de 2012.