Se acerca el día de las elecciones a Senado y Cámara y los políticos que cada cuatro años aparecen como moscas inician su tradicional revoloteo en busca de los parroquianos despistados que aun creen en sus promesas de campaña.
Aparecen los mismos con las mismas, empotrados en maquinarias políticas reciben el aval como por arte de magia, no hay ideología, no hay identidad política con el partido que los avala, partidos de garaje carcomidos por la politiquería y la corrupción.
Unos candidatos buscan sostener sus privilegios y corruptelas haciéndose reelegir a pesar que son unos completos bodrios de ética, transparencia y sobre todo de ideas y realizaciones en beneficio de la comunidad, así sea para los que cándidamente votaron por ellos.
Políticos viejos que pasan de soslayo los problemas que ellos mismos han creado, no hablan de los escándalos de corrupción que han protagonizado, ni mucho menos de las promesas incumplidas. Tal vez encontramos algunas caras nuevas, pero con la careta a sus espaldas de quienes los impulsan y financian, personajes oscuros que han usufructuado desde hace muchos años el erario público.
En ese ajetreo político comienzan los ofrecimientos y las dádivas. Los nuevos métodos de hacer política, sorprenden. Ahora las campañas no se hacen con ideas, con planes de gobierno, con programas pensados para el bien de la ciudadanía. No, ahora lo que vale es el dinero. Si un candidato no cuenta con recursos, no tiene chance.
La pobreza de argumentos, iniciativas ridículas, y proyectos para tirar a la basura es el ‘pan de cada día’, los politiqueros en campaña no presentan o no tienen programas a realizar, obras para acometer, solo promesas de cargos y ahora con un costo determinado. Seguir eligiendo a payasos con ropa importada y mediocres slogans publicitarios, o peor, reeligiendo a quienes ni siquiera supimos qué labor realizaron en el Congreso de la República, es el peor error que podemos cometer los electores.
Colombia merece un replanteamiento de la política. No se justifica llevar al Congreso a quienes que, por años, han ejercido el poder sin haber dejado muestras de alguna iniciativa. En nuestro país se elige y el ‘designado’ o regresa cuatro años después a ‘pescar votos’ o nunca jamás vuelve a tener relación con su pueblo.
En marzo se presenta una oportunidad histórica para salir para siempre de estos zánganos, verdaderas escorias de la política. Afortunadamente Colombia tiene gente muy capaz que merece llegar a tan altos cargos y que han reflexionado sobre la necesidad de un cambio total de las estructuras económica, políticas y sociales del país. A ellos debemos apoyar decididamente.