Ni los alcaldes nombrados que ejercieron el poder en Soacha antes de la elección popular, ni los que han desfilado por el despacho local después de ella, no fueron capaces de tener el territorio en su cabeza, y menos lo fueron para comprender y resolver los problemas que heredaron gobierno tras otro, porque ni a los primeros les interesó la suerte del municipio en su momento, ni a los segundos les preocupó en lo más mínimo el desarrollo futuro de la ciudad.
Anclados en el provincialismo y el centralismo conservador de Bogotá desde donde se designaba a dedo mandatarios para Soacha, más allá de ser las cuotas políticas de los caciques conservadores o liberales de la época, fueron sobre todo aduladores y burócratas ineptos, sin que a ninguno se le ocurriera pensar en la solución de los problemas que ya enfrentaba el municipio y que crecían con el paso de los años.
Así las cosas, la marginalidad a la que sometieron a sus habitantes unos y otros gobernantes, se conjugó con el aumento de la población que se arraigó en las zonas periféricas del territorio a causa de la violencia política liberal conservadora de los 40 y 50, la violencia oficial de los 60 y 70, se vio agravada por las oleadas de población víctima del desplazamiento provocado por el paramilitarismo, el narcotráfico y la insurgencia durante los años 80 y 90, así como por las nuevas modalidades del crimen organizado en las primeras décadas del nuevo siglo.
Aunque los constituyentes del 91 introdujeron cambios importantes en el fortalecimiento de la participación social y la democracia estableciendo la elección por sufragio universal de los gobernantes de las entidades territoriales, los resultados de su aplicación en la práctica luego de 32 años de implementación, no se tradujeron en trasformaciones necesarias para la mejora de la calidad de vida de los habitantes del municipio.
Por el contrario, lo que resultó de ello en los nuevos procesos de participación política, fue la mutación de las estrategias de la politiquería tradicional a nuevas formas de clientelismo, pasando del abrazo y la lisonja a la teja y el ladrillo, a la prácticas de la compra de votos, los contratos y la conformación de poderosas maquinarias electorales cuyas prácticas corruptas no solo se convirtieron en un lugar común, sino lo que es peor, se legitimaron y legalizaron gracias a la impunidad y corrupción del sistema judicial.
En uno y otro caso, las esperanzas de cambiar las graves condiciones de bienestar de los ciudadanos quedaron sepultadas para siempre, porque el ejercicio político del poder se prostituyó frente a la desmedida ambición por acceder al control del poder y mantener de esta manera clientelas electorales crecientes y cautivas, maquinarias electorales corruptas y formas de enriquecimiento derivadas de subordinar el interés general al interés personal de los gobernantes de turno antes y después.
Frente a este desolador y desesperanzador panorama, viene emergiendo una nueva generación de mujeres y hombres mayoritariamente jóvenes, con una alta formación no solo en la académica sino social y política en el liderazgo social por la defensa del interés general, en la cual no pocos han pagado con su propia vida el honesto y profundo compromiso con la defensa de los sectores y poblaciones más vulnerables de la ciudad excluidos y marginados por siempre del bienestar general.
Y que a diferencia de las multimillonarias y manipuladoras campañas de algunos de los actuales aspirantes, las de nuestros aspirantes brillan por su sencillez y mesura en sus gastos han privilegiado el dialogo y la presentación de las propuestas coherentes de nuestros candidatos que interpretan las verdaderas necesidades de la ciudadanía y vienen obteniendo el apoyo libre, voluntario y crítico.
De esa estirpe, de ese carácter, de esa capacidad intelectual, de esa ética política del compromiso están formados los diferentes candidatos del PACTO HISTÓRICO, que aspiran no solo a recibir el favor y confianza de sus comunidades, sino el respaldo de todos los ciudadanos de Soacha.
Ciudadanos, EL TIEMPO ES AHORA
*Las opiniones expresadas en este artículo de opinión son del autor y no de SOACHA ILUSTRADA.