Petro, Educación, Sociedad y Democracia

67Por Ramiro Guzmán Arteaga**

Esta campaña, que ahora entra en la recta final, ha sido también un termómetro para medir el nivel de educación de la sociedad en su conjunto y de los candidatos en particular y, mucho más allá, nuestra capacidad de convivencia y el estado de madurez de la democracia en la que nos ha tocado vivir. Si bien los candidatos han demostrado una importante capacidad de discernimiento en los debates y discursos, no menos cierto es que entre el grueso de la sociedad ha sido una campaña caracterizada por las etiquetas, los epítetos y los insultos sin fundamentos. El lenguaje, como instrumento para lograr consensos y acuerdos mediante la reflexión, ha sido utilizado por los detractores de Petro, en cabeza del Centro democrático (CD), sólo para injuriarlo y desacreditarlo, y hasta con el deseo oculto de aniquilarlo. Las redes sociales han quedado convertidas en una peligrosa alcantarilla por el que corren insultos, con la sola intensión de ofenderlo. Sus detractores parecen olvidar que los seres humanos construimos sociedad y paz mediante la reflexión lingüística, algo así como lo que el filósofo Humberto Maturana denominaba el “lenguajear”, o lo que aquí en la Costa Atlántica conocemos como la “habladuría”, que no es otra cosa que nuestra filosofía criolla, pero con fundamento y sin insulto.

Si bien es cierto que, como dice el ensayista y escritor William Ospina, “frecuentemente, la gente que no tiene formación académica hace juicios muy razonables, aún sin estar precisamente ceñido a la educación formal”, no menos cierto es que son esos sectores de la población los más vulnerables y los que también se convierten en objetivos fáciles de quienes, de un solo plumazo, pretenden desacreditar a Gustavo Petro. Y en este sentido hay que decir que el candidato del CD, Iván Duque, sólo lanza juicios descalificadores y sin fundamento contra Gustavo Petro, y otro tanto hace en el departamento de Córdoba el senador David Barguil, y toda su corte conservadora, para quienes ahora el expresidente Álvaro Uribe Vélez, es su “ideólogo” y referente de cabecera, con todo su lenguaje cargado de odio y soberbia, de calificativos estereotipados y desgastado. Términos como “Castro-Chavismo”, que ahora han caído en desuso por cuanto ha quedado demostrado que eso no es un modelo económico, como ellos pretenden hacerle creer al pueblo y a sus propios seguidores, sino un término producto de sus torpezas intelectuales.

Por el contrario, Gustavo Petro, sin maquinaria de Derecha, ni de Centro, ni de Izquierda; con RCN y Caracol en contra suya, sin ningún tipo de apoyo, más allá de la que le ha ofrecido la soberanía popular, con más de 4 millones 800 mil votos, ha dado cátedra de lo que es recuperar el diálogo, como lo fundamental, para la construcción de paz y la democracia; un diálogo que rescate lo afectivo, los sentimientos, la razón y, ¿por qué no?, el amor. Ha demostrado que los temas de la paz y la violencia deben estar directamente asociados a una educación al servicio del desarrollo humano. Aunque al Centro Democrático no le guste y sea un estorbo para sus propósitos guerreristas, hay que rescatar, con el instrumento de la educación, las utopías sociales colectivas, pues solo así construiremos una paz estable y una democracia verdadera. El CD, con Duque, Uribe, y ahora con David Barguil en calidad de préstamo, debería comprender que la paz ya no es una consecuencia del uso de la fuerza sino de la inteligencia, que hay que impulsar una educación social para construir Conocimiento y Democracia, un conocimiento que nos permita avanzar hacia una sociedad equitativa y civilizada, y no sólo una educación para la competencia, los resultados y el trabajo remunerado. Al CD le toca desaprender para aprender y comprender que existe una educación que forma seres con principios, responsables, y, sobretodo, con capacidad crítica; mucho más allá de la educación impositiva, recetaría de mandamientos, que sólo forma seres sumisos, sin capacidad crítica, iguales de negligentes, obedientes y uniformados, como latas de salchichas, que es como ellos, los del Centro Democrático, pretenden educar a la sociedad.

**Comunicador Social-Periodista, Mg. en Educación y docente universitario

Corporación Nuevo Arco Iris

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